ATRAPADA EN SI

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Su respiración era siempre muy extraña, muy fuerte, acentuaba el momento de exhalación... siempre con ansiedad, ensimismada, con la mirada ajena al entorno que la rodeaba, así, siempre perdida en un mundo desconocido.

A ella le queda bien la soledad porque no la deprimía, sino por el contrario, ésta la animaba como una buena amiga sabe hacerlo a la otra. La soledad supo darle herramientas útiles para poder interactuar con otros y a menudo ésta rondaba en su cabeza con las palabras de una buena consejera:

           -Cortesía! practícala, es un valor difícil de hechar andar, un concepto casi olvidado por todos en este momento, pero imprescindible para continuar.- 

Desde algún tiempo atrás que las cosas no marchaban muy bien entre Dana y su entorno. Ella era por lo regular muy retraída. Sus largos silencios parecían no ser del agrado de los demás, su poca sociabilidad y su constante imaginación la mantenían divagando como en las nubes, develando a una chica despistada, en ocasiones logrando pintarle un aura más bien extraña, resultando incluso un tanto repulsiva para quienes la observaban.

En la mente de Dana jamás había espacio para las palabras que provenían del exterior. Siempre aislada en el hermetismo seguro de su mente, conseguía que nadie allí pudiera molestarla, inclusive en los días de silencio de su propia mente, su más ambicioso anhelo era la paz de la ausencia del resto de las personas que la rodeaban.

Hacía mucho que había desistido de interactuar con los demás, porque siempre a su mente venía un vívido recuerdo de una mañana gris de escuela, cuando apenas era una chiquilla, en la que claramente recordaba haber sentido las náuseas incontenibles debido al estado de ansiedad y nerviosismo que le provocaba encontrarse entre tantos desconocidos.

Bajo la presión social de compenetrarse con el entorno, ella trató con vehemencia de hacerse de algún amigo; pero jamás había imaginado que niños y niñas no se mezclaban, pues había crecido libre de tan abominables preceptos. Para ella igual valía una niña que un niño, o un perro que un humano, pues su profundo sentido de amor por la vida le impedía encontrar diferencia entre un ser y otro. Sin embargo, esa mañana sintió la necesidad de conectarse con álguien de su edad, de su grupo, así que lentamente se acercó a uno de los chicos, compañero del mismo grado y dirigiéndose al lugar en que se hallaba éste jugando, caminó hacia él, pero éste  dejando de lado lo que hacía, se levanto a prisa y abalanzando con violencia el cuerpo, hizo  una mueca agresiva sobre ella, esto la asustó mucho, fue inesperado y en ese momento, sin que ni siquiera lograra abrir la boca para pronunciar palabra alguna, el malcabresto muchacho se movió rápidamente hacia un lado y Dana advirtió la diferencia de estatura entre ambos; no sabía qué pensar en ese instante, lo vio de soslayo mientras éste repicaba un insultante apodo en su contra. -Y pensar que ella en su impulso por sentirse igual a todos, solamente buscaba ocasión para contarle de su tarde anterior como investigadora de bichos en el jardín de la casa!, algo cotidiano para compartir y quizá lograr camaradería; quería contarles a todos que a ella le obsesionaban las ciencias naturales.-

Pero de su fallido intento, no le quedó más que su reacción por resguardarse en fracción de segundos, y ésta fue defensiva! al momento de pasar al lado, por temor a su mueca agresiva,lo empujó a último momento, gesto que causó gran confusión en el chico, pues no sabía como comportarse ante tal situación, además de que para ese momento ya sentía el reto de las miradas de todos chicos juzgándoles por aquel infortunado encuentro en medio del patio de juegos; cabe advertir que para las mañas de un patán difícilmente resultan los esfuerzos vertidos por los incautos; a pesar del empujón que ella le colocó, éste, haciendo una pirueta muy infantil, puso las manos sobre el suelo usándolas como una catapulta para hacer girar sus piernas por los aires, logrando colocarle una patada tal en la entrepierna a Dana, que de haber sido varón le hubiese dejado sin descendencia.

Dana huyó! se retrotrajo y a partir de aquel momento jamás volvió a sentir que hubiere ocasión de incorporárse a los demás, desistiendo allí sin más por su intento de integrarse al grupo.

Una vez más de vuelta en su cabeza, Dana volvió a encontrarse en las nubes, las escenas que su imaginación evocaba, eran un modo particular de pintar en el aire, en la nada y era justo allí en donde historias infinitas, cortos y largometrajes tenían lugar, estallando en su interior como un sinfin de chispas que no dejaban de iluminarla por dentro.

De vez en cuando, tan cargada de toda esa ilusión involuntaria, decidía compartirselo a su familia, pero en realidad esa familia no estaba preparada y por mucho que la amaran, ellos no podían dimensionar la magnitud de sus capacidades. Poco a poco, bajo la tenue atención de su padre y los impulsos fallidos de su madre por apoyarla, la muchacha se replegó en un mar de silencio, quedando como único testigo de su existencia abstracta, el tiempo mismo que pasaba sobre ella día tras día, así como uno que otro curioso que quedaba cautivado por sus historias, las que de vez en cuando por un momento coyuntural en el que ella se abría al resto y soltaba algunas cosas que llevaba guardadas, salían a la luz.  Algunos de los vestigios de aquellas historias, de cuando en cuando quedaban garabateadas en servilletas o papelillos dispuestos por doquier en su habitación y con destino final en el basurero; pero muy importante era que Dana lograba materializar.

Una tarde en que el tiempo parecía correr velozmente hacia el destino, entregándose al nocturno firmamento para acaecer en noche, cientos de estrellas plagaban de luz titilante al oscuro manto estelar de su mente. -Diríase que en una noche estrellada y de luna como esa, no sabría un marinero distinguir al infinito cielo de la intensa y oscura marea, o a las estrellas luminosas de los destellos alocados que se refrejaban en la mar, no sabría cuál era el inicio y cuál el final, o qué era la realidad y qué la fantasía.- De aquel modo se hallaba navegando Dana entre sus historias en esa ocasión; los sonidos del ambiente que le rodeaba, eran seguras naves en las que se montaba y embarcaba mar adentro de sus pensamientos, sosteniéndose de ellos y aferrando por completo su existencia a la entrega con que se actúa cuando se ama lo que uno realiza.

Dana se perdió aquella tarde en su propio interior, poco a poco, todos observaron cómo se internó en simisma, sin que nadie pudiera sacarla de allí. Construyó barcos más fuertes, que cada vez navegaban más adentro, valiéndose por igual del sonido del viento constante como del cese de éste cuando da paso a la quietud, ya fuera en medio del gélido mar o de un clima abrasador; ella los tomaba por igual y sin problema, se transportaba y llegaba cada vez más lejos, allá adentro de aquella dimensión, navegaba firmemente o a la deriva, sin voltear a ver atrás jamás.

En el exterior Dana era callada, no muy sonriente, pero si muy cortez para contestar lo indispensable... platicaba poco, escuchaba mucho y viajaba a otro mundo constantemente, así formó un cuartel sólido y se quedó dentro de éste, atrincherada en contra de la realidad.

DANA Y EL DESTIERRO DE SU YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora