EN EL UNIVERSO

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El arte de la interacción no era su mayor virtud. Y aquellos ojos morunos lo advirtieron al isntante y empezó una extraña persecución por los pasillos, en cuanto ella los atravesaba, una cosa extremadamente rara sucedía, y es que él aparecía a su paso.

Ella esquivaba pero el la detenía, a fuerza de sonrisas y muecas incluso un tanto ridículas, poco a poco la payasada le ganó la batalla al miedo, la sonrisa le ganó la partida al malhumor y la ilusión recibió una llave para abrir la puerta de su corazón.

Que cosa haría ahora esta experta navegante de los mares desolados, qué pasaría con los millones de personajes invisibles para el resto de la gente, pero tan latentes para ella. Dana debería tomar una decisión, y es que por un tiempo tendría que abandonar su mundo, porque aquella mirada intrépida hacía que ella abandonara lo esencial de su día, no entendía cómo lograba tal cosa, si sacarla de su mundo era casi imposible.

En adelante, tambien aprendería nuestra chica que lo decidido siempre tiene un precio que desconocemos hasta que lo vivimos. Y a partir de ese momento no hay vuelta de hoja en lo actuado por las personas, porque el tiempo en los relojes sigue su marcha y su paso hará lo que deba en las historias de cada uno de manera inexorable.

De a pocos el muchacho de cabellos ensortijados y libres fue ganando su confianza, llenando espacios importantes en la vida de Dana, desviando su atención de ella misma... -Qué es todo esto que me sucede?- se preguntaba... Pero la alegría de encontrarse era suficientemente enigmática para continuar haciendo a un lado sus dudas constantes sobre el rumbo que había tomado.

El talento exquisito de este Ruiseñor era una gota de miel pura que Dana administraba celosamente cual colibrí en las mañanas sobrevolando por el florido jardín ... su exquisitez y dulzura lograban que la chica mantuviera su mente echada a andar. Sus días eran dorados y sus atardeceres naranja, eran oleadas de paz, como un mar al sonar de una melodía suave, tan tranquilo... eran inseparables.

De tanto y tanto convivir, se anidó un firme sentimiento, un gusto del uno por el otro, sin que palabras mediaran necesariamente y fue en una tarde tibia bajo un cielo embelezado por verlos tan juntitos, que sus labios conversaron tan de cerca... que las palabras desaparecieron sin que por ello éstas hubieran de perecer, el lenguaje se transformó y Dana en un instante se vió, como si nuevamente no estuviera en ella y contempló aquel momento desde fuera, pero sintiéndolo desde dentro... Ah! las cosas increíbles que logra el amor.

Ambos recorrerían el mundo entero sin importarles nada, tan solo para encontrar de nuevo el candor soñado de aquellos labios nuevos con que se correspondían, que contestaban con suaves baladas y cadenciosos movimientos cada encuentro, cada instante en que se conectaban, era como toda una obra viva y en movimiento, dedicada al otro, y el suave color de los amaneceres de verano se concentraban en sus mejías tiernas y sonrojadas.

Nunca antes se sintió de aquel modo!

Pronto su cabeza se disparó mas allá del universo, sus latidos descontrolados era lo único que distinguía. Dana suplicaba a sus personajes ocultos por un consejo que la trajera de nuevo a la tierra, pero ni la Reina regente de sus pensamientos podría lograr tal cosa, ella no tenía más potestad sobre aquellos acontecimientos -y es que no fue creada para semejantes propósitos- y de pronto entre el caos de la realidad y la confusión, Dana sintió como esa frágil y delgada línea desapareció, su fuerte protector amurallado se diluía rápidamente como agua que se escurre entre los dedos y para ella era imposible contener más sus impulsos.

Sin embargo en un esfuerzo más allá de sus límites, en un sobresalto al ritmo de su loca música interna, logró mantener sus ojos cerrados, como viajera solitaria en medio del desierto arenoso, sintió la brisa que corría sobre su rostro y logro poner en orden sus pensamientos y pronto se encontró en su mundo interno, donde todos sus imaginarios respiraban más sosegados al verla controlada, aunque evidentemente afuera no estaba así del todo, Dana supo contenerse y poniendo fin a aquella danza ritual entre sus labios, se separó brúscamente y apuntó que era especial y por ello debía ser más prudente.

Retiró su presencia del lado de su chico. Le abrazó como si abrazáse al universo y luego con una sonrisa y sin más que decir, se retiró, volteándo únicamente con un ligero gesto dibujado al aire con su mano para poder despedirse y desdibujándo su silueta entre la multitud, en breve se desvaneció ante los ojos de su compañero, que se qedó mirándo al horizonte hasta verla desaparecer.

Ahora era el momento de regresar a su fortaleza, Dana volvió de la escuela y se internó en su guarida perfecta -su habitación-, sacó con tranquilidad el calzado que le apresaba los pies, desnudándoles de las calcetas altas y haciéndolas una especie de ovillo, las lanzó con afinada puntería al canasto de la ropa sucia. Sacó sus ropas y las dobló para tener en orden todo al siguiente día, buscó su camisa larga de descanso y subió a su cama, poniendose de costado y luego boca arriba, perdiéndose con la mirada en un punto fijo en el techo escudriñado al detalle día tras día, fijó su mente, se abstrajo y viajó.

Se encontraba navegando en un mar agitado, azul intenso, su embarcación escarlata y naranja se mecía entre las olas, sentía como si fuese de arriba a abajo y viceversa en cuestión de segundos, cuando de repente de una de aquellas colosales aguas impetuosas, salió disparado de la nada, una criatura de magistrales dimensiones, directo a donde se encontraba Dana.  En sus ojos podía verse el océano completo y con su mirada parecía tragarse a la chica como agua cristalina que toma el sediento, sus enormes aletas parecían hacerle volar y formando un arco con su cuerpo largo como de serpiente, pasó saltando sobre la chica, por encima de ella y con su cola gigantesca semejante a la de un dragón, dio un coletazo que azotó la barca, provocando la caida de Dana al agua, quien intentaba todo por emerger de aquellas agitadas aguas. No tenía idea de cómo resurgir, cuando de pronto vio como la criatura le envestía y abriendo su bocaza feroz, mostrándole la clara imagen blanca de la muerte, a continuación se la tragó... Dana sudaba en esta vida y se ahogaba apresuradamente en la otra, un conflicto de sus mundos parecía ponerla en peligro. Seriamente pensó que todo aquello era una realidad, pero no desistió.

Veía como su mundo se quedaba fuera de las fauces gigantescas de la criatura, mientras ella era absorbida por la letal bestia, Dana recordó que podía transformarse en todo y en nada, en más o en ninguno y fué cuando su corazón palpitante y sediento de vida, se apoderó del momento, atravesó su piel y desbordó su esencia en la criatura, que pronto de manera salvaje se contorsionaba de un lado al otro, tratando de liberarse del dominio de su presa,  se volvió el cazador cazado y en un instante sus ojos se abrieron con furia, pero ahora la mirada era la de Dana, quien se había apoderado del cuerpo de la bestia, así que lo llevó a lo más profundo de aquel océano y emergiendo a toda velocidad, cruzó la línea divisoria entre el mar y el viento y de forma impresionante, siguió su paso a toda prisa y pronto se halló volando por los cielos, recorrió el majestuoso mundo atravesando los borrascosos cielos, subió un poco más y su cuerpo delgado y extenso era perfecto, no pesaba, se adaptaba, era increíblemente magistral. Pronto alcanzó asomarse al universo y la luz palidecía cada vez más. Solamente el sonar de las estrellas guiaban a su corazón, cuando de pronto de una de ellas reconoció ... era la misma frecuencia con que latía alunísono al suyo, aquel extraño corazón...

Para Dana un beso significaba viajar al universo... no quería regresar. Días y noches persiguiendo aquel sonido, minutos y horas viajando sin parar, una experiencia extracorpórea diseñada para soñar. Dana no puede parar. Amar, vivir, soñar, que majestuosa la inocencia de la joven inmersa en su complejidad.

Creemos durante la niñez, soñamos en la juventud, aprendemos en la madurez, calculamos al envejecer y se nos acaba el tiempo cuando apenas logramos asimilar. Dana no dejes de soñar.



DANA Y EL DESTIERRO DE SU YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora