Viajaba de manera descontrolada, llegaba a tocar el techo con la punta de su nariz...
Dana perdía el control de su propio yo, nada parecía normal y no había manera de retroceder el ascenso aterrador en el que se encontraba en ese instante!
Esa noche le había resultado muy difícil conciliar el sueño, la sofocante habitación en que dormía era un tortuoso horno que la incomodaba y la hacía aborrecer el momento difícil en el que mientras permanecía en la cama, padecía del gran cansancio a causa del sueño incontrolable e imposible de concebir a la vez. La tarde completa anterior a esa noche se la había pasado haciendo peripecias para cumplir con las abrumadoras tareas escolares que a diario le dejaba los maestros; ésto empezaba a robarle su valioso tiempo para soñar y el cese de creatividad de su propio mundo hacía que cambiara su humor en un santiamén, todo le caía mal, nada la alegraba y lo más espantoso era que no había nada que la hiciera salir de aquel estado tán incómodo.
La necesidad de divagar en los rincones de su mente se había vuelto un asunto vital para ella, y lo cierto es que esa misma noche, cuando ella se volteaba y veía las paredes agotadoras que colindaban con su cama, se sentía encerrada en ellas, como si su mente fuera a estrellarse con el paredón al frente y todas sus ilusiones y pensamientos desaparecerían sin que pudiera recogerlas y contenerles a salvo, daba vueltas intentando recapitular algún sueño anterior que fuera interesante para continuar navegando en él, pero volvía a quedar en blanco y la desesperación infame a horas de la madrugada la ponían ya de mal humor; era imposible soñar despierta si el camino sustancial de su imaginación se hallaba averiado por el desvelo...
Al cabo de un largo rato, el cansancio finalmente la venció, su cuello había quedado torcido entre los almohadones, gracias a los cuales, pronto empezaría a dolerle la nuca y producto de este dolor, se fue modificando de manera inusual y perturbadora su mente; afuera la noche transcurría sin aspavientos, la luna gigante iluminaba las callejuelas del barrio, Dana por fin había logrado entrar en el trance profundo del sueño, cuando de pronto, de golpe sintió haber despertado, pero su cuerpo se hallaba aferrado firmemente a su cama y advirtió que algo no andaba bien...
De pronto Dana empezó a experimentar una especie de estado de globo, ¡si! como si de alguna manera ella fuera un globo lleno de helio que desafía a la gravedad y gracias a esa ligereza se elevaba cada vez más alto. Jamás se había sentido así ni había visto a su propio ser duplicarse; eso era una locura, sentía como su cuello estaba imposibilitado de voltear lo suficiente como para poder ver el momento en que ella abandonaba su cuerpo, intentaba con desesperación conlocarse cara abajo, pero sucedía que nada sucedía, al contrario, con el rabillo del ojo lograba observar como su cuerpo -no muy claramente visible- se quedaba ahí acostado, la pobre muchacha sentía que el corazón latía, pero no en ella, ni dentro, sino allá donde yacía su cuerpo, como si hubiera un cordón que ligara ciertas sensaciones físicas al plano emocional que sin control, llegava más y más alto. A esas alturas del partido y ante la incompresión de lo que sucedía, sin éxito intentó gritar para ver si así su madre podía auxiliarla, pero todo esfuerzo era inútil, Dana no conseguía soltar ni un solo sonido.
Dadas las circunstancias y ante el horror de los particulares acontecimientos, dejó de oponer resistencia y su mente optó por ir de frente a la situación, y se concentró en anotar en su mente cada detalle del acontecimiento, de repente se dió cuenta de que la nariz empezaba a atravesar el concreto helado del techo de la casa, era particularmente extraño, porque ella sentía o al menos pensaba que así era, que mientras cruzaba la gruesa fundición, su esencia sentía un cosquilleo, parecido a cuando se duermen las piernas y pies al estar sentado sobre ellos con todo el peso. Lo mas interesante estaba por venir, de repente advirtió que el episodio gris de aquella mezcla petrificada empezaba a clarificarse, ¡Sí! porque ahora su nariz y ojos tocaban el lado externo del techo y visualizaba el inmenso cielo, en una especie de mezcla entre azul y negro, intenso como ella lo veía, aquel cielo parecía un terciopelo negro con diamantes, tan bonitos y tan brillantes, que al ver sus destellos ella sentía que su corazón se volvía a conectar en aquel desprendimiento en que se encontraba y su cerebro nuevamente registraba la sensación corpórea relacionada al frío, así como el púm! de un tambor reventando su pecho -su corazón-, pero entónces escapando de aquella casa, pudo enderezar su espíritu, pronto se hallaba viajando en cualquier dirección, para aquel momento, llevaba un buen rato entendiendo cómo podía desplazarse, en ese instante Dana vio hacia abajo, se hallaba tan despegada de la tierra y veía a la perfección con lujo de detalle, cada cuadra, cada casa, cada calle y callejón del lugar donde vivía, se sorprendió como se veía por doquier las cosas de sus vecinos, las bicis de los niños tiradas en los patios de las casas, prendas tendidas en sus tendederos, siluetas de bolsas y basureros y la composición de cordilleras miniatura, formadas por las sombras del engramillado de las calles jardinizadas, puesto todo esto al descubierto por la luz lunar de aquella noche intensa.
Cuanta libertad!, Dana no lo entendía, pero una cosa sí era segura, se movía a gran velocidad, de un extremo al otro de las cuadras, hasta que derepente se alejó más allá de sus dominios y empezó a experimentar una especie de miedo que pronto se volvió pánico y quiso regresar; pero ¡Sorpresa! como lograría tal hazaña, si nisiquiera entendía la manera en que salió de su cuerpo.
En ese instante su alma lloró en una especie de ahogo subjetivo, -porque lágrimas físicas no tenía para ese momento- pero luego trató de calmarse y sobrevoló las copas de los árboles de la calle donde se encontraba su casa, era tan bonito, Dana siempre había soñado con tener un par de alas y en ese momento, si bien no eran alas, su capacidad de volar era un júbilo para ellas, así que al tiempo que su alma lloraba de desesperación, también lo hacía del júbilo de alegría, pues lograba ver a las aves durmiendo entre los verdes rompecabezas oscurecidos y formados por las hojas de las copas de la arboleda, !Qué maravilla¡ -pensaba ella-, entonces inició su plan de descenso, pero esto no era cosa fácil, mientras más se esforzaba por bajar menos que lo conseguía, sintió frustrarse porque nisiquiera podía aterrizar sobre el punto exacto de la casa. Quizá esto fue solo unos segundos dentro de ella, pero en ese momento a ella le parecía una eternidad; finalmente razonó que si de espaldas a su cama salió, entonces adoptaría aquella posición, y así lo hizo, vio al cielo y de cara a la luna, se dejo reposar en su pensamiento, examinó la presencia de su autoconciencia y fue así como poco a poco descendió, cuando vio que lo estaba logrando, un sobresalto de emoción en su espíritu la hizo ascender de nuevo, siendo ese el momento exacto de compresión de lo que debía hacer, finalmente logró atravesar de vuelta el techo, el cual vió de a pocos alejarse de su nariz, hasta que por fin, en una sensación de súbita caída, se conectó de nuevo con su carnalidad.
Dana quedó en blanco, como el TV que se queda sin señal y así muy cansada despertó muy tarde, una mañana soleada, cálida y misteriosa.
Había encontrado una ruta de escape, nunca lo habría imaginado, pero aquello quedó instalado como una necesidad, como una droga sin la cual pronto no podría vivir.
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DANA Y EL DESTIERRO DE SU YO
Random"Su rareza se convirtió en un desafío que la llevaría a romper sus propios límites". -OBRA TERMINADA-