Capítulo 3: "Quiero contarte algo"

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(Susan)

Física.

Algo que detestaba con toda mi alma.

¿De qué me va a servir el rose que tiene un cuerpo con otro? ¿O a cuanto iba el auto de Juanita el cual chocó con otro? Bueno a algunos les sirve, al igual que la geometría.

Estampo mi frente en el libro, mientras la profesora explicaba como un guepardo puede alcázar a una gacela en un par de segundo y bla, bla.

Comienzo a pegarme pequeños golpes con el libro en la frente, porque no entiendo ninguna de estas fórmulas malditas que están impresas y menos las que la profesora tiene en la pizarra.

- ¿Qué haces? – me susurra Morgan que estaba sentada a mi lado.

- Quiero ver si así me entra un poco de conocimiento – le digo, mientras seguía en lo mío.

- Eso no resulta así – se ríe.

- Tienes razón – dejo el libro en la mesa – Quizás si me lo como... -

- Así tampoco funciona – rueda los ojos – Solo debes prestar atención –

- Pero no entiendo – hago un puchero.

- ¿Y si te explico yo? – enarca una ceja.

- Eso sería mejor – me encojo de hombros.

- Bien – suspira – Anota los ejercicios, el fin de semana te ayudare –

- ¡Por eso te amo! – grito y la abrazo.

- Señorita John, si necesita demostrar actos amorosos hacia otra persona, debe esperar hasta el receso o esperar que termine la clases - me dice la profesora seriamente y siento las carcajadas de mis compañeros.

- Lo... lo siento... yo... -

- Ahórrese sus explicaciones y venga a resolver un problema –

- Es que yo no entiendo nada de lo que está en la pizarra – comienzo a jugar con mis dedos.

- No importa, venga – me obliga.

- Si... si – me paro de mi asiento y el timbre suena.

- La próxima clase va a tener que pasar igual señorita John, aunque usted no quiera – me sonríe sínicamente.

- Como usted diga – me vuelvo a sentar – Ella es la hermana de Magneto, Morgan, yo lo sé –

- ¿De qué hablas? –

- Pues... su mirada, su forma de hablar – golpeo mi mentón con un lápiz.

- Eso lo sé, pero ¿qué tiene que ver eso? – me pregunta mientras guardaba sus cosas.

- No te hagas conmigo – me giro para verla a los ojos – Vimos todas las películas de X-men juntas –

- Lo sé – suspira – Solo que a veces me pregunto por qué somos amigas –

- Porque yo soy el cerebro y tú el cuerpo – le dedico una sonrisa de labio cerrado.

- Si como no – se para de su asiento – Debo ir al club de karate, ¿me acompañas? –

-N... no, yo... yo debo ayudarle a mi papá en el club de hockey – cierro mi mochila – Hoy en la mañana me pregunto si podía ser su asistente –

- Ósea, ¿su secretaria? – enarca una ceja.

- Si, en otras palabras, será una esclava más debajo del mal de Poseidón –

Lo siento, pero me enamoré de tiWhere stories live. Discover now