Tres relatos

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- En una asquerosa esquina -

Capítulo 1

-¿No tienes nada mejor que hacer?

-Realmente no.

-¿Te crees muy listo? Hijo de puta.

-¡Pero por que!

-Cállate, ya mucho hago con mantener tu asquerosa humanidad.

Cerró la puerta y se fue. Ese señor es mi padrastro o al menos así dicen que se le llama a el segundo padre. Su nombre Charly Freeman, es un canoso cascarrabias, con manchas en la cara y muy feo, no sé cómo enamoro a mi madre, pero lo logro en su tiempo. Su padre fue militar y su madre prostituta, pero nadie habla de eso ni él quiere hablar, cuando comentan algo se enoja, se enfada tanto que se embriaga y después le da una paliza a mi madre o a mí.

Yo me llamo Rubén y mi madre Aurora Hernández, somos de Tijuana, pero nos vinimos a Los Ángeles cuando yo tenía 6 años, y mi madre encontró a este tipo, la tiene amenazada porque no tenemos papeles y ella se lo conto todo al principio, le prometió mucho amor por toda la vida que la protegería y no sé qué tantas cosas más, mi madre cayo, lo trajo a casa después de cuatro meses de noviazgo. Estuvo un mes bien, paso eso y saco otra cara, ebrio y violento, un perdedor por completo, a veces trabaja pero mi madre es la que paga todo. El tiene 42 y mi madre 36 muchos dicen que es hermosa y lo es, tiene un cuerpo que no parece de señora, de tez blanca y pelo negro. En Tijuana mi madre contacto a un pollero, le cobro una suma decente porque lo contacto un amigo de ella y estamos aquí, en un infierno.

-Apestas ¿lo sabías?

-Sí.

-Era lo único que podía responder

-¿Y tú puta madre, dónde está?

-Creo que fue por comida. Agache la mirada*

-Que bien, porque muero de hambre.

Pasaron 30 minutos y mi madre llego con las manos vacías.

-¿No que ibas por comida idiota.

-¿Qué? Fui a hablar con la vecina, que me diera informes de la escuela para Rubencito.

-Mierda, maldito mentiroso hijo de perra, todo Rubencito ¡TODO RUBENCITO!

Corrió hacia a mí y me dio una paliza brutal.

Grite: ¡DEJAME, PORFAVOR, NO HICE NADA MALO, NO QUERIA DECIR MENTIRAS, LO JURO NO SABIA!

Mamá no sé qué tanto gritaba, él solo me decía ¡Maldito hijo de perra, te daré una lección, idiota, bastardo, te voy a matar! Solo me llegaba al oído las palabras de Charly, de mamá no.

Si lloraba y gritaba mientras me golpeaba se enojaba más, con el tiempo lloraba menos, pero soy joven, tengo 8 años y una gran excusa, era imposible no soltar una lagrima.

Esa noche me quede sin cena por orden de ese idiota. Mamá lo tuvo que obedecer, no tenía oportunidades, o tal vez sí, pero estamos en desventaja, por ignorantes.

Pasaron las 4:00 am y Charly se quedó dormido en el sofá con una botella en sus manos. Mamá me separa comida y la esconde atrás de un microondas viejo y grande y alrededor tiene cucharas y artefactos de cocina que Charly jamás agarraría así que era un lugar perfecto. Fui a recoger mi cena, fría por cierto, no podía calentarla en el micro o Charly despertaría. Voltee y vi la botella porque cayo de sus manos y rodo hasta enfrente del televisor, tenía poco alcohol, y la curiosidad me mato. Escuchar a ese zopenco decir que el alcohol lo hacía olvidar su realidad y no sé qué cosas, decidí yo también probar un poco. El sabor era horrendo y lo escupí enseguida, lo regrese a su lugar y me fui a dormir.

Tres relatosWhere stories live. Discover now