Capítulo XVIII

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     Me cuesta mantenerme en pie y tan sólo intentar incorporarme me provoca un intenso mareo. Con todo, me levanto tambaleándome y llevo una mano hacia mi nuca para limpiar un poco la sangre que corre gracias a la pequeña herida que Lucario me provocó con su golpe. Veo la sangre y lo fulmino con la mirada, lo miro con todo el odio del que soy capaz.

     — ¡No permitiré que vuelvas a lastimar a mi mejor amiga!

     Jamás en mi vida creí que llegaría el día en el que llamaría a alguien de esa manera.

     — ¡Yo te elijo, Golduck!

     Golduck se lanza contra la esfera de agua para destruirla y Perla cae al suelo, tose e intenta recuperar el aliento. Me coloco de rodillas junto a ella y me aseguro de que recupere el aliento. Me mira por un breve instante y cae en la inconsciencia.

     —Cuídala, Golduck —le digo a mi Pokemon y él asiente.

     Me levanto para encarar a Lucario y saco otra Pokebola de mi bolsillo.

     —Yo te venceré, Lucario.

     —Sher…

     Ignoro la voz de Harrison y lo veo intentar levantarse para pelear, no quiero que nadie más interfiera así que sigo avanzando y lanzo la Pokebola.

     — ¡Yo te elijo, Vaporeon!

     Blastoise se acerca a nosotros cuando Vaporeon se prepara para atacar.

     Lucario hace otro tanto, está listo para lanzar su ataque.

     —Sus tentáculos…

     Es Diamond quien susurra eso. Hace un tremendo esfuerzo para mantenerse en pie y en su rostro se esboza una mueca de dolor cada vez que mueve su pata trasera izquierda.

     — ¿Qué?

     —Inmoviliza sus tentáculos —dice Diamond—. Congélalos y no podrá defenderse.

     —Entiendo.

     —Yo lo paralizaré cuando lo hayas dejado indefenso. Entonces, que Blastoise ataque.

     —Hecho.

     Tomo la siguiente Pokebola y damos comienzo a nuestro plan. Lucario nos ataca con una ráfaga de agua que consigo bloquear gracias al ataque de mi siguiente Pokemon.

     — ¡Yo te elijo, Dewgong!

     Dewgong sale de la Pokebola y ni bien se encuentra fuera, lanza una ráfaga de aire gélido que congela el agua de Lucario y la endurece lo suficiente para que Diamond lance un resplandor uniendo sus dos colas. Su ataque rompe el hielo que creo Dewgong y los pequeños fragmentos puntiagudos van volando a toda velocidad hacia Lucario. Él los bloquea con uno de sus tentáculos, mismo que lanza hacia mí para lanzarme con fuerza contra un muro. Mi visión se nubla de nuevo con el impacto y me quedo sin aliento. Caigo al suelo y escupo un poco de sangre.

      — ¡Sheryl!

     Diamond corre hacia mí y empuja mi mejilla con su morro para ayudarme a recuperar el sentido.

     —La pelea tiene que terminar ya —me susurra—. Lucario aprenderá todos nuestros movimientos y será imposible vencerlo.

     —Yo me encargo —le respondo y me levanto tambaleándome.

     Lanzo la última Pokebola que me queda con la esperanza de que el poder combinado de todo mi equipo, y Diamond, sea suficiente para terminar con esto.

     — ¡Yo te elijo, Omastar!

     Lo primero que hace Omastar al estar fuera es lanzarse contra los tentáculos de Lucario y morder con fuerza, hasta que Lucario suelta un desgarrador y cavernoso grito.

     — ¡Dewgong, congélalo!

     Dewgong nos protege del siguiente ataque de Lucario congelando nuevamente la ráfaga de agua. Acto seguido, atraviesa la dura barrera de un salto y lanza su ráfaga de aire gélido contra los tentáculos de Lucario. Se congelan poco a poco, poco a poco hasta que toda la parte inferior de su cuerpo se queda totalmente congelada.

     — ¡Ahora, Diamond!  —le digo.

     Él y Vaporeon se unen en un ataque conjunto, un torbellino de agua combinado con la electricidad de Diamond. Al ser impactado por el ataque, Lucario se queda totalmente quieto, mojado hasta los huesos y rodeado por electricidad estática.

     — ¡Ahora, Blastoise!

     Mi Pokemon más fuerte y en el que más confío. Blastoise ataca tan sólo con una potente ráfaga de agua que consigue destruir todas las ataduras que mantienen quieto a Lucario. Se forma una explosión y todos terminamos empapados y cegados por una gigantesca pared de agua que se levanta frente a nosotros. Al disiparse, tan sólo queda una simple e insignificante Pokebola suspendida a medio metro del suelo.

     Esbozo una sonrisa triunfal y corro hasta ella. Es de color azul, parece como si alguien hubiera atrapado una ola dentro de ella.

     —Lo lograste…

     Me giro cuando estucho su voz.

     Recargándose en la cabeza de Golduck para no caer, está Perla.

     —Perla…

     Voy a toda velocidad hacia ella luego de tomar la Pokebola azul en mis manos. Me detengo cuando estamos frente a frente y ella sólo me dedica una cálida sonrisa.

     —Atrapaste a Lucario…

     —No lo habría logrado sin ti —le digo.

     Nos estrechamos las manos con fuerza y es ahora que entiendo lo que ella dijo antes de entrar aquí.

     Skyler y yo no tenemos comparación pues hay algo que esa estúpida nunca podrá tener: una amiga tan valiosa como Perla Cobby.

Pokemon II: El Templo de LucarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora