Almuerzos y peleas

276 24 10
                                    

Todos estaban reunidos en el patio trasero del Instituto, esperando la hora indicada. Isabelle caminaba de un lado a otro, asemejándose a un tigre enjaulado. Habían pasado casi dos años desde la última vez que su hermano menor les visitaba, .

Un chispoteo suena, y en la pared de ladrillos rojos se abre un portal. El característico aroma de azúcar quemada perfuma el aire, y del brillante espejo naranja sale Max. Isabelle tiene que admitir que la genética Lightwood esta bendecida por lo ángeles. Poco quedaba del pequeño niño aficionado de los cómics y mangas. Max se había estirado hasta casi alcanzar la estatura de Jace, su cuerpo también dejaba entrever los músculos del entrenamiento de los cazadores de sombras.

Isabelle soltó un grito de felicidad y corrió a su hermano pequeño, estrechándolo entre sus brazos con fuerza.

-¡Max!- grito- Finalmente llegaste. No puedo creer lo alto que estás, y que apuesto. ¿Cómo has estado? ¿El entrenamiento ha sido duro? ¿Eso es una cicatriz? ¿¡Maxwell Joseph Lightwood como te has hecho esa cicatriz!?

Max puso los ojos en blanco. Había olvídalo la faceta de loca mamá gallina de su hermana.

-Los hombres necesitamos cicatrices Isabelle. Nos hace ver rudos- dijo Jace, revolviéndole el cabello a su hermanito- Eso impresiona a las damas. ¿O no Max?

-Por tu integridad física espero que no, Maxwell- amenazo Isabelle.

-Izzy, me ahogo- dijo Max, intentando apartarse de su efusiva hermana- No puedo respirar.

Isabelle lo soltó no sin antes plantarle un sonoro beso en la mejilla a pesar de las protestas de Max. Simón y Clary se acercaron al chico, dandole la bienvenida con cortos abrazos. Magnus le saludo a la distancia con una simple inclinación de cabeza que él chico regreso. Max paseo la vista por el lugar hasta que encontró lo que buscaba. Alec se mantenía alejado en una distancia considerable, parecía debatirse en acercarse o no. Max decidió por el, cruzo la distancia que los separaba y lo abrazo, sin importarle que ya fuera un niño de nueve años ni que fuera asiduo a los abrazos.

Alec se tenso ante el contacto, aturdido por la inesperada muestra de afecto dejo caer sus barreras y le devolvió el abrazo a su hermanito.

-Te extrañe- dijo Max en voz baja.

-Yo también

Estuvieron un largo rato abrazándose, hasta que una garganta se aclaro.

-Esto es muy emotivo muchachos- dijo Jace- Pero tengo hambre y Magnus prometió un festín.

-¿En serio?- pregunto Max, separándose de Alec.

Jace asintió con una sonrisa.

-Por supuesto- exclamo- Logre convencerlo después de que probara lo Isabelle planeaba prepararte.

Magnus se estremeció ante el recuerdo.

-No es una experiencia que desee repetir- admitió el asiático. Isabelle le lanzo una mirada furiosa- ¿Entramos?- pregunto caminando al Instituto.

Los nefilim lo siguieron, llevando las maletas del chico.

***

Sus pálidos dedos asieron el vaso y lo levantaron hasta posarlo en sus suaves y pálidos labios. El refresco le supo amargo, enviándole una sensación cálida por todo su cuerpo. El joven alzó la vista, aún con el vaso en la boca, y bebió frente a su hermana que lo miraba con cariño. Max le dedicó una media sonrisa antes de bajar su vaso y mirarla con suficiencia, sus dedos tamborileando sobre la mesa.

-¿Y como han sido tus entrenamientos, Max?

Max se encogió de hombros.

-Aburridos-dijo- Los profesores son en verdadero dolor en el culo.

Él nefilim y la Bella Durmiente (Alexander Lightwood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora