Him & I
Era una locura, yo no podía renunciar a Dayana así tan fácil, no porque tenía mis razones para seguir siendo su padre y no sólo por estar enamorado de ella. Quería tener más de Dayana, quería tenerla hasta que yo me fuera. No estaba listo para compartirla. No estaba listo para dejarla ir sólo porque su madre que la abandonó la dejó a su suerte como si no importara.
Su cabeza descansaba en mi pierna, su cuerpo estaba postrado en la camilla cerca de la alberca del hotel en el que estábamos, tenía unos lentes oscuros mientras dormía. No podía evitar mirarla así como no podía parar de pensar en que podría perderla y no estaba listo para eso.
El documento de tutela que Holly había mandado, seguía en mi portafolio, lo leía una y otra vez para pensar sobre todo. Algunas cosas decían:
"Holly Lee, madre biológica de la menor Dayana Johnson. Se le otorga un juicio para la tutela de la ya mencionada, pidiéndole al señor Justin Bieber."
Era ridículo, después de quince años regresar por su hija porque la extraña. Odiaba infinitamente a Holly, la odie desde que dejó a mi mejor amigo, de toda la vida, de todos mis treinta y cuatro años.
—¿Qué lees? —se movió Day mirándome a través de sus lentes.
Hice a un lado el sobre color beige en el que tenía una copia del documento. Le sonreí a pesar de que tal vez ella no pudiera verme bien por el sol.
—El periódico —acaricié su cabello.
—Era un sobre. Desde hace unas semanas has estado muy raro.
Se acomodó sobre la camilla apoyándose con los codos.
—Son cosas de la empresa —bebí un poco de mi limonada—. No tienes que preocuparte.
—No me has tocado —quitó los lentes—. Hace tres semanas no tenemos... tú sabes. Te extraño, extraño sentirte.
¿Cómo era posible que en tres semanas no la hubiera tocado? Ni siquiera me había dado cuenta que todas sus caricias eran la insinuación que me estaba ofreciendo.
—Lo siento, Day, he estado ocupado.
—No, estás ocultándome algo —insistió—. No es de la empresa, es sobre ti ¿qué pasa? Estoy preocupada por ti.
Parecía que estaba desesperada por saber, tenía ganas de saber. Yo le había prometido salir cuando fueran sus vacaciones y así fue, estábamos en un hotel donde la consentían.
—Day ¿te gusta estar conmigo? —pude decirlo después de tres semanas.
—Claro que sí, no podría estar mejor. Me haces muy feliz.
—Dejando a un lado lo que hacemos, ¿te gusta vivir conmigo?
—¿A qué viene esto? Me gusta mucho estar contigo, vivir contigo, estar todo el tiempo —se sentó mejor—. Me gustas mucho.
—Day...
—Justin ¿qué pasa?
No quería decirle nada, podría ponerse de lado de su madre por querer conocerla y dejarme botado.
—¿Te gustaría tener mamá? —tomé su mano con delicadeza. Su cara cambió por completo, no en forma de emoción o ilusión, más bien por enojo.
—¿Estás saliendo con alguien? —espetó ¿qué? No— No quiero una madre, no quiero nada, no quiero ni compartirte.
—No estoy saliendo con nadie. Sólo fue curiosidad, dime ¿te gustaría conocer a tu madre?