Capitulo 5

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Fer se sentó en el andén, a la entrada de la licorería, mientras agitaba en su soledad una botella transparente, llena de letras negras y azules. Era alrededor de la media noche, y distraía la mirada contemplando su Pulsar NS 150, totalmente negra. Fue entonces cuando decidió no irse por su cuenta a casa, pero no acababa de decidir si lo hacía por lo peligroso que eso sería para él, en su estado... o porque no quería dañar su adorada moto.

- ¿Hoy seré tu conductor designado? - preguntó Tony de pronto, haciendo sobresaltar a Fer del susto.

- ¡Maldita sea Tony, detesto cuando me asustas así!

- Ah, me llamas y luego te sorprendes que llegue... ¿por cierto, que son esas palabrotas? ¿Qué diría tu mamá?

- No dirá nada porque no me escuchó, ni me verá así.

- Bueno, imagino que se podría infartar de saber que su adorada creatura de Dios, aparte de fumar en secreto y andar con un amigo marica, también se está volviendo alcohólico...

- Ya basta de sermones Tony -dijo Fer incorporándose- llévame ya, pero maneja despacio...

- ¿Qué, tienes miedo de que dañe tu adorada moto?

- Si... eso y que siento que voy a vomitar.

- Bueno mi Fer, como usted ordene. Aunque no creo que estés más ebrio que cuando fuiste a matar a Andrés; y bien que fuiste tú solito...

Pero Fer, en medio de una especie de letargo, no respondió. Se desplazó hacía Tony cómo un sonámbulo, y se dejó echar sobre el parrillero como un niño arrullado que llevan a la cama; entrelazó sus brazos con firmeza alrededor de Tony y descansó su cabeza sobre su espalda. Tony sintió que Fer caía dormido, por lo que se apresuró a arrancar, no sin antes desenredar de las manos de Fer la botella de vodka que sujetaba fuertemente contra su vientre. La arrojó a unos arbustos y se dirigió a su apartamento a gran velocidad.

El ruido del aire oponiéndose a ellos en el trayecto, en la soledad de las calles nocturnas, era ensordecedor al punto de enmudecer las voces. Tony sintió, entre el bullicioso viento y la aparente inconciencia de Fer, la libertad de confesar su alma.

'Ojalá no fueras hetero, Fernando... yo sé que tú me amas como al hermano que nunca tuviste, pero si fueras un marica como yo, yo no tendría excusa para entregarme a otros hombres... te amaría a ti mil veces.

Te amaría como el amor de mi vida aún si siendo gay no quisieras ser mi pareja... ¿por qué querrías algo así? Claro que no me elegirías a mí... un niño en cuerpo de grande, viviendo de excesos y promiscuidad y que hasta dejó la universidad como forma de autoflagelarse por la muerte de su hermano, un infeliz que decidió vivir así luego de perder la luz de su alma ¿Quién amaría a alguien así?

Tú en cambio, eres una hermosa luz... Fercho tu viajas, trabajas en lo que amas, estudias para crecer, vives feliz por bobadas como esta puerca moto, o ver por horas el mar... eres el chico ejemplar, bien portado, apuesto, hasta atlético eres sin proponértelo... a veces me pregunto cómo llegaste a ser amigo de alguien como yo. A veces me pregunto cómo te dejas contaminar así por mí, como me cuidas y proteges tanto, como si lo valiera... cómo me obligaste a terminar con Andrés...

Sé que ves algo bueno en mi que yo no veo, sé que tienes una fe en mí que yo no tengo... no quiero morir ni separarme de ti, hasta tanto no empiece a corresponder ese hermoso cariño sincero que me tienes, que nadie más me tiene y que me hace hacer cualquier cosa por ti... cualquier cosa Fernando."

Las lágrimas de Tony se deshacían en rocío en la premura del viento, las calles se hacían más luminosas cuando las nubes dejaron entrever la gran luna llena, que a ratos era eclipsada por el follaje, por las bongas cuyas tenebrosas sombras cubrían cuadras completas.

Los encuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora