Capítulo 8

24 0 0
                                    

Tony mecía con preocupación los frijoles para cuando David regresara del colegio pudiera comer su almuerzo caliente. Entonces recordó que estaba solo en casa y mientras iba a recoger a David los frijoles y la carne igual se iban a enfriar. Pensó entonces en Fer: en mandarlo en lugar suyo a buscarlo, pero ya se hacía la hora de la salida del colegio y mientras Fer se bañaba y vestía (ya que hasta medio día no se levantaba de la cama) David se quedaría esperando un largo rato en el portón.
Cualquier ama de casa hubiera visto en aquello poco menos que un problema de aquellos del oficio del quehacer doméstico, pero Tony experimentaba una sofocante ansiedad perfeccionista respecto a David: le gustaba consentirlo, verlo reír, por el contrario lo llenaba de tensión verlo llorar, lastimado por jugar rudo en el parque, y le causaba pavor la imagen de un niño triste en el portón de su colegio, pensando infantilmente que se habían olvidado para siempre de su existencia, y que ahora debía vivir con la familia del portero.

De todas maneras Fer no se iba a apurar en cumplir su repentina misión, o al menos no lo haría con la frenética impaciencia de uno pits de Fórmula 1, ya que Fer no veía el trauma dramático de un niño llorando porque fueron a recogerlo unos minutos tarde. Y menos de David, el niño más risueño del mundo.

- Hey Fer...
- ¿Aló? ¿Quién habla?
- ¿Cómo así papi... ya me olvidaste?
- ¡Maldita sea Molano, no me digas así! ¡Mierda!
- Eh, tranquilo Fernando, una broma de amigos no más...
- ¿Luego ya somos amigos?
- Bueno, eso quisiera yo Fernando... me conviene más así; venga me hace un favor.
- ¿Qué favor ah?
- Vea, venga a mi casa y me cuida la comida que se está cocinando mientras yo busco a mi hermanito al colegio, es que acá...
- ¿En serio Molano?
- Molano no: Tony. Mire, es que acá me quedé solo y no hay quien vigile el almuerzo.
- Pero yo apenas...
- Fernando vea véngase así sin bañarse que yo no lo voy a oler, mire lo que va a hacer: vengase ya en la moto, ¿si te acuerdas donde vivo? y de una me la prestas para yo ir donde David, vuelvo y te quedas a almorzar. Te espero aquí en cinco, ¡chau!

Fer no sabía si sentir ira porque Tony le colgó el teléfono antes siquiera de decir que no podía hacerle ningún favor, o sentir miedo al percatarse que Tony sabía que no se había bañado... o sentir de pronto indignación por el abuso de confianza de Tony, a quien apenas conoció una semana antes en los baños del colegio y ya llamaba, sabrá Dios como consiguió el número, a pedir favores.

Antes de notarse a sí mismo aceptando la misión encomendada por Tony, Fer se sintió angustiado porque de pronto iba tarde a casa de Tony... contaminándose de súbito de la angustia maternal y enferma de su nuevo y fortuito amigo.

Se fue presuroso, recogiendo sus pasos diarios al que desde ahora era su nuevo amigo. Al llegar, vio a David sentado en un bordillo, con los codos en las rodillas y las muñecas en su barbilla, jugando distraído con sus labios.

Fer pensó un poco cómo explicarle a David que debía irse con él, un extraño que apenas conocía, y de pronto se sintió estúpido al experimentar timidez para romper el hielo con un niñito de seis años.

David sintió miedo al ver que se acercaba al bordillo, pero al frenar y quitarse el casco, la cara conocida le devolvió tranquilidad, y sonrió.

- Hola... soy...
- El amigo de Tony - interrumpió David.
- ¡Si! mira, Tony me dijo...
- Nunca me monté en una moto, ¿da miedo?
- No, en realidad no... - Fer tragó saliva.
- ¿Y si me caigo cuando me lleves y no te das cuenta?
- ¡No! David, sí te caes si que me daría cuenta, porque... -Fer rectificó y se sintió nervioso de pronto- quiero decir: vas a ir aquí, adelante de mi.
- ¡Qué genial! ¡Vamos, vamos! - dijo David incorporándose de un salto.
- Ya va, David ¿cómo sabías que te venía a buscar?
- ¿Entonces no me viniste a buscar?
- Si, claro que sí... pero...
- ¡Vamos, móntame! - Y David empezó a brincar ante un Fer vencido con la lógica más inocente del mundo.
*
- Hunde aquí, para que Tony sepa que llegamos...
David empezó a pitar la moto con miedo, luego con desesperación esquizofrénica ante la palidez de Fer.

David salió corriendo cuando vio a Tony asomado por la puerta y, asido de sus brazos, entraron a casa, bajo la mirada de Fer, que seguía en la moto.

Tony se volvió, y dijo: 'lo de los frijoles es en serio, pasa a comer'.

*

- ¿Por qué me llamaste?
- Mamá trabaja, y yo normalmente puedo encargarme de todo, pero hoy no me alcanzó el tiempo para el almuerzo y esta casona es muy grande para que esté limpia mucho tiempo y pues... no me alcanzó... ¿sigues molesto?
- No, Tony; está bien ya te dije ayer.
- ¿Y tus papás?
- Esos si que están rabiosos; mi papá no me ha dejado acompañarlo todavía al taller y mi mamá me repasa con una mirada de indignación todo el tiempo...
- Hubieras venido a casa hoy...
- No, llevo toda la semana viniendo y ya me da pena...
- ¿Pena? ¿pena de qué?
- Pues estar aquí, y tu hermanito...
- ¿David? -Tony rió con sorna- ¿ese niñito que ves ahí comiendo los frijoles que se le saltan de plato con las manos? por Dios Fer...
- Bueno, me da pena... y vuelvo y te digo, no estoy molesto. Ya el lunes puedo volver a clase, y ya con eso mis papás se calmarán un poco. Al menos eso espero... no estaban tan molesto desde que encontraron cigarillos en mi cuarto.
- ¡ja! al menos era tabaco y no cannabis, como a mí.
- Molano, eres todo un caso.
- Tony: dime Tony.

Los encuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora