Capitulo 1 (parte 1)

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En medio del bullicio, a la entrada de la discoteca, Fer dudó si entraría a ese lugar. Miró la fila de gente ansiosa, e imaginó lleno el interior, pensó en los que en el resto de la noche querrían entrar también y lo apretado que se sentiría allí, como previendo un ataque de claustrofobia. Tony, que venía con él, al sentir que Fer dejó de caminar al lado suyo le preguntó:

- ¿Qué pasa?

- Creo que ya no quiero

- ¿Qué?

- Que ya no quiero entrar

Tony lo tomó del hombro izquierdo y le hablo al oído derecho:

- No te me eches para atrás... el tocayo y Jairito nos están esperando...

- Te esperan a ti...

- Nos esperan a los dos. No vamos a tener esta conversación de nuevo, y si voy a tener que estarte convenciendo a cada rato allá adentro dímelo ya: no me vas a aguar mi fiesta.

- ¡Pero es mi fiesta!

- Pues no lo parece. Si por mí no fuera estarías otro año en casa con tus papás, sus amigos de la tercera edad y tú tomando Kola Román...

- Te faltó mencionar el disquito ese de Diomedes, que me infla los huevos.

- Si, la puta canción del cumpleaños. Hasta es para una mujer y se la cantan a hombres ¿eso es lo que quieres otra vez, o me vas a dar el chance de celebrarte como te mereces papi?

- ¡No me digas así!

- Entonces dime que si, papi... -le susurró Tony muy cerca al oído- ya luego mañana te arrepientes lo que quieras

Y Fer accedió, motivado en parte por lo razonable de los argumentos de Tony, en parte por la ansiedad de la primera vez en una discoteca y quizá un poco por dejarse llevar por una vez en la vida.

Para ser justos con Fer, sería mentira decir que nunca se dejaba llevar: no era un quisquilloso antisocial, o una suerte de cliché apático. Era un joven precavido; de los que leen diez reseñas antes de ir a un restaurante nuevo o ver una película, de los que lee varias críticas en internet antes de ver algo en Netflix, en fin... de los que camina sobre terreno seguro y mira con recelo la novedad.

Ya adentro, Fer se sintió fuera de su zona de confort: el ruido le impedía decirle a Tony que no tenía que tirarlo del brazo para caminar con él y el choque de tantos cuerpos y caminar en medio de tantas personas con una luz intermitente que mostraba a sorbos caras en éxtasis y sudorosas lo hacía sentir en una angustia sofocante. Tony mientras tanto guiaba al neófito Fer en el río de almas danzantes, poniendo su palma abierta sobre su frente, cuál marinero buscando en el horizonte, y entonces gritó: '¡Los veo! pero han traído amigos, al parecer...' y entonces a Fer se le hizo un nudo en la garganta: apenas conocía a Jairito por fotos y al primo Antonio ni sabía cómo era, y ahora encima más personas desconocidas, ¿qué iba a hacer?

Por un breve instante, sintió el mismo impulso de parar su marcha, como a la entrada, pero Tony lo tomó desde atrás por el cinturón y le dijo:

-Si noto que no la pasas bien yo mismo les saco el cuerpo y nos vamos ¿va?

Fer tomó aire y asintió:

-No mas Kola Román

Los encuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora