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Estaba en tu cocina, fingiendo buscar el "problema" del aparato ese, tu me mirabas sentada en el borde de la isla, comías una manzana y esperabas pacientemente, te dije que no encontraba nada y que creía que todo estaba bien, te bajaste de un salto y te acercaste a mi, fingiste consternación mientras mirabas dentro del hoyo que había abierto hacía instantes, quedaste muy cerca, y podía sentir tu espalda tocando mi pecho, eres pequeña de estatura comparada conmigo, te pregunté cuánto medías mientras acariciaba tu cabeza, y dijiste un metro sesenta y dos centímetros, mientras volteabas y alzabas tu rostro para mirarme, me preguntaste por la mía, a lo que te contesté un metro ochenta y dos, sonreíste de una manera que me hizo querer besarte, tus mejillas regordetas se vuelven dos pelotas pequeñas y tiernas, pusiste tus manos sobre mis hombros y dijiste, "¡pero que alto!", yo reí por la expresión infantil de tu rostro y acaricié mejilla derecha, te sonrojaste y alejaste de mi.

-Alfonso

Por las nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora