Me besaste, te contaba sobre mi trabajo y me besaste, me sorprendí pero al instante tomé tu rostro entre mis manos y te devolví el beso, tus labios eran suaves y del tamaño perfecto, habías comido chocolate y sabías a eso, te montaste encima de mi, a horcadas, te abracé y acaricié todo lo que quise, y me dejaste, gemías sobre mis labios y te frotabas contra mi, apreté tu trasero y te dije que quería estar contigo, me miraste y dijiste que tú también, mientras abrías tu blusa de botones y dejabas a la vista tu sostén blanco, tus pechos eran grandes y llenos, nada exagerado, ya había notado que estabas bien dotada pero tenerlos en frente era mejor, tomé ambos con mis manos sobre la tela y encajaban perfectamente, los estrujé y gemiste, me besaste otra vez.
-Alfonso