"EL COMIENZO"

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AGONEY

"Sentía como su mano acariciaba suavemente mi nuca, a la par que nuestros labios se fundían en un profundo e intenso beso. Mis dedos se enredaban entre su cabellera rubia, mientras, el contrario, iba bajando sus besos por mi torso hasta llegar a mi entrepierna. Lentamente iba desabrochando mi pantalón, para bajarlo junto a mi bóxer y comenzar a..."

 ¡RIIIIIIING RIIIIIIING RIIIIIIING!

Agoney se despierta algo aturdido debido al violento sonido que producía el reloj. Se sienta en el borde de la cama pasando sus manos por la cara para despejarse un poco, no se podía creer que lo que acababa de pasar era todo un simple sueño. Pero, para él no era nada más que un sueño, para el chico era real. La cabellera rubia, sus ojos color miel, sus labios, sus besos... Todo parecía real

Después de estar varios minutos maldiciendo a su cerebro por crear sueños tan reales, decide volver al mundo real. Se levanta de la cama y se dirige al baño, en donde se lava levemente la cara con el agua algo fría y coge el cepillo para echarle una ligera raya de pasta de dientes para lavarse la boca. Cuando termina en el baño vuelve a su cuarto, allí abre el armario y se queda pensativo unos segundos diciendo que ropa elegir. Finalmente se decanta por su camisa preferida, la cual llevaba un gran Mickey Mouse en ella, junto con unos vaqueros rotos por las rodillas y por último unas botas negras.  Al terminarse de vestir, agarra el móvil de su mesilla de noche y baja las escaleras para ir a la cocina a desayunar.

Cuando entra en la sala se encuentra a su compañera de piso, Nerea, preparando el desayuno para ambos. La rubia se había tomado pequeña molestia de hacerle su desayuno preferido: Un café, una tostada con mermelada de fresa y un plátano.

Nerea - ¡Hola Ago! Por fin bajas a desayunar dormilón, llevo veinte minutos esperando para poder entrar al baño y prepararme, ¡Que hoy es nuestro primer día en la academia, que ilusión!

Agoney - Pues sí pequeñaja, estoy súper emocionado por las asignaturas que vamos a dar, los profesores que nos darán clases, los compañeros que nos van a tocar...

Nerea - De verdad, somos como dos niños en su primer día de colegio... Bueno, en lo que tú desayunas yo voy a ducharme y a vestirme, en cinco minutos vuelvo.

A Nerea la conoció en el instituto, ya que fueron compañeros de clase durante el primer curso y además, fue la única persona que se le acercó durante los primeros días. Agoney por aquel entonces era un chico muy tímido y le costaba hacer amistades fácilmente, pero la chica fue para él como un milagro. Desde ese entonces son uña y carne y se prometieron nunca separarse por muy mal que estuvieran las cosas. Hasta el momento en el que Ago debía mudarse a Barcelona para seguir con los estudios musicales tras el bachillerato, ahí se le vino abajo el mundo. Se tendría que ir solo a una nueva ciudad, a un sitio donde no conocía a nadie, a una academia en donde estaría totalmente desolado... Nerea no soportaba ver mal a su mejor amigo, por lo que convenció a sus padres para poder seguir sus estudios en la misma ciudad que el moreno y así poder seguir a su lado.

Luego de haber desayunado sin prisas y de haber revisado más de una vez su mochila para que todo estuviera en su sitio y no se le olvidara nada, llamó a la rubia para salir y se montaron en el coche del mayor. Tras unos cuantos minutos de carretera, ya estaban en frente de aquella magnífica y algo lujosa academia de artes en el pleno centro de Barcelona. Los chicos todavía no se creían que estuvieran ahí delante listos para empezar a hacer realidad sus sueños, ser cantantes. 

Entraron en aquel edifico algo asustados, mirando a su alrededor todo lo que sucedía: gente con instrumentos por un lado, alumnos con brochas y lienzos por otro... Y luego estaban ellos, en medio de todo ese barullo de gente intentando descifrar donde estaba su nueva clase. Como no daban con ella, decidieron acercarse a alguien para preguntar.

Nerea - P... perdona, ¿Sabrías decirme donde está la clase 122? (Preguntó la chica a un chico moreno, de pelo rizado y con un trombón en la mano)

Alfred - ¡Sí claro! Vamos los tres juntos si queréis, voy hacia allí también. Por cierto, no me he presentado, me llamo Alfred 

Nerea - Ay, muchas gracias de verdad, eres un sol. Yo me llamo Nerea, y este mono que tengo a mi espalda responde con el nombre de Agoney 

Esa frase hace que la chica reciba un leve empujón por parte del canario, el cual hace que los dos suelten una pequeña risa. Junto con Alfred, llegaron a la que sería su clase por un tiempo, la cual no iba a estar muy llena, ya que solamente iban a ser dieciséis alumnos en total. Los dos amigos decidieron sentarse cerca del catalán que les había ayudado por si necesitaban que les echase una mano en algo más. En poco tiempo apareció la profesora que les tocaba a primera hora, la que indicaba que iniciaba el primero día de algo bueno que estaría por venir

Pero que lo no se imaginaba Agoney, es que lo mejor del día estaría por llegar en forma de chico rubio de metro sesenta.


Quererlo por Causalidad - AlfXRaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora