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Suspiro mientras tenía en brazos al pequeño hermano de Sicheng, Chenle, el cual tenía no más de 2 años. Los nervios cada vez eran peores ya que la madre de su amigo todavía no salía de la habitación donde estaba este. Si solo se hubiera dado cuenta a tiempo de las malas notas de él, lo hubiera ayudado y nadie tendría que haber pasado todo eso, se sentía una mala amiga.

Hace unas semanas Sicheng había sido llamado a la oficina del director, sus notas estaban bajando y si seguía así podría ser capas de perder la beca que tenía. Eso lo espanto, no podía imaginarse fuera de allí, por lo que apenas llegó a su casa se puso a estudiar, casi sin dormir; así lo volvió a hacer todos los días lo cual hizo que el joven colapsara y ahora estuviera en un hospital.

"Sicheng." Lo llamó Mei mientras entrelazaba su mano con la de él. Sus ojos se llenaron de lágrimas, aquella calidez ya no estaba, aunque estaba dormido, parecía un cadaver; sus ojos eran decorados por grandes ojeras y su piel la cual era brillante, ahora estaba opaca y sin vida. Contuvo un sollozo, no se iba a permitir llorar, sabía que era una de las cosas que odiaba de ella.
"Por favor Sicheng, tienes que recuperarte, no te puedo ver así." Confesó mientras jugaba con sus dedos."Si te recuperas dejare de comer esos dulces, lo prometo, solo despierta." Murmuro la chica.
"¿De verdad dejarías los dulces?" La chica pegó un pequeño grito al escuchar la ronca voz de su amigo y este sonrió. "He escuchado todo, ahora tienes que cumplir la promesa." Ella rápidamente asintió y depositó un beso en la mejilla de él, impulso que sorprendió a ambos, ya que a pesar de que eran amigos hace tiempo, jamas se habían besado, aunque si eran cariñosos el uno con el otro.

Su relación era de amor/odio que sin saberlo empezaba a ser amor/amor.

La mente de Sicheng había quedado en blanco después del beso pero algo sabía seguro.
Candy pop 1 Sicheng 1000.

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