Fall (Hoseok , Jungkook y Tú)

Capítulo 02

— Él no te merece, eres demasiado para él— susurró él, acariciando mí espalda. Con la yema de sus dedos pulgares seco aquellas lágrimas que rodaban por mis mejillas.

Estaba acostada junto a él envuelta en sus brazos. Hoseok se había quedado, él se quedó a acompañarme. Él era un buen amigo.

— Lo sé... Pero yo lo amo — respondí con un hilo de voz. Quería ver a Jungkook, quería verlo y pedirle una segunda oportunidad. Era tan injusto... Él no me amaba mientras que yo seguía tan atada a él que no podía siquiera respirar.
Intenté llamarlo, intenté enviarles mensajes pero Jungkook cambió su número, él ya no quería saber nada de mí. Fui a su casa, esperé largas horas pero nadie atendió. Jungkook jamás salió y así entendí que él ya no me quería, él ya no me amaba... Dolía, dolía demasiado.

— Oh pequeña — suspiró y depositó un suave beso sobre mí frente. Me acuno en su pecho y me brindó el calor que emanaba de su cuerpo toda la fría noche.

Me sentía protegida, él era como el hermano mayor que nunca tuve. Hoseok era parte de mí familia, mis padres lo aman como si fuera otro hijo y su madre me ama como si fuera su hija.

Los días se hicieron semanas y las semanas meses. Con la ayuda de Hoseok logré salir de mí habitación. Ir a la universidad y vivir mi rutina diaria. Pero se sentía diferente, era vivir con una flecha clavada en mí corazón. Una flecha que dolía cada vez que mí corazón palpitaba. Las lágrimas dejaron de salir, ya no podía llorar,  mis ojos se secaron.

— Hoy vamos a festejar que pasamos los exámenes — Katy sonrió acercándose a mí. Ella era mí compañera de curso, ella se sentaba junto a mí cuando Hoseok faltaba. — ¿Vienes? — preguntó con esa sonrisa característica en su rostro. Sus largos rulos dorados colgaban sobre sus hombros.

— No gracias — le regalé una media sonrisa echando mí mochila sobre mí hombro.

— ¡Vamos! — Hoseok dijo al atravesar el umbral de la puerta, él había salido primero. Sólo negué con la cabeza y me acerque a él.

Caminábamos de regreso a casa, el edificio quedaba a tan solo un par de cuadras de distancia.

— ¡Dale vamos! Yo te cuidaré — insistió él. Habia insistido todo el camino de regreso.

— No estoy preparada aún — respondí e hice una mueca. Habían pasado 6 meses desde que Jungkook me dejó, pero aún no estaba preparada para festejar, mi corazón seguía en duelo.

— Por favor — hizo un leve puchero, que me causó una increíble ternura.

— Esta bien, esta bien — asentí dandome por vencida. Lo conocía perfectamente, él no se rendiría.

Él dio un pequeño saltito de felicidad. Regresamos al edificio y subimos al ascensor.

— Te pasaré a buscar a las ocho — me guiñó un ojo antes de entrar a su departamento. Una pequeña sonrisa se dibujó en mí rostro, aveces deseaba ser como él.

Hoseok siempre estaba tan alegre, siempre ayudaba a las personas. Era tan dulce, tan amable, capaz de sacarme una sonrisa cuando nadie más puede hacerlo. Lo quería mucho... Creó que todas las personas que lo conocen llegan a quererlo.

Dejé las cosas sobre la mesa, comí y me acosté a dormir. Estaba cansada, la época de exámenes se había acercado y pasé noches enteras estudiando.

— ¡Levantate! — la voz de Hoseok me sacó de mi sueño más profundo. Abrí mis ojos lentamente volviendo a la realidad. Él estaba frente a mí, con su pelo húmedo y un aroma exquisito a perfume.

— Buen día — Sonreí a medias sentándome sobre la cama.

— ¡Buenas noches! — corrigió exasperado — Ve a bañarte y yo prepararé tu ropa, se nos hace tarde — ordenó corriendo a mí ropero.

Sonreí divertida y me puse de pié, caminé hacía el baño , me deshice de mí ropa y me metí bajo la lluvia artificial.

Me enjabone y lavé mí cabello con suma delicadeza. Sequé mí cuerpo y puse mi ropa interior para volver a la habitación. Hoseok podía verme en ropa interior, teníamos demasiada confianza.

— Ponte esto — me entregó un vestido negro. Hice caso a sus palabras y me vestí con su ayuda, me puse unos zapatos rosas y accesorios. Hoseok peino mí cabello y salimos de alli

Llegamos al bar y efectivamente todos los alumnos del curso estaban allí. Nos sentamos en una larga mesa rectangular. Obviamente yo junto a Hoseok. La noche paso entre risas y juegos, los chicos estaban borrachos y Hoseok no era la excepción.

— ¿Y kookie? — preguntó la morocha de ojos rasgados. Mí cuerpo se tensó y mi pulso se aceleró al oír aquel nombre.

— Escuché que terminaron , que lástima — agregó la amiga de esta. Con una sínica sonrisa en su rostro.

— Oí que fue a América... ¿No te llevó? Que mal novio... Digo ex novio — corrigió con un tono burlesco en su voz.

Trague en seco, las palabras se quedaban atoradas en mí garganta, no podía hablar. Sentí el peso de la mano de Hoseok hacer presión sobre la mía, dándome ánimos.

— Señoritas no creo que sea algo de su incumbencia, ______ y Jeon ya no son novios, le pediría que no insistan — respondió cortante Hoseok, con una tenebrosa mirada.

— Uy perdón, no lo sabia — la morocha fingió arrepentimiento — Igual, se notaba que ese chico no valía la pena. Gracias a dios terminaron o terminarias con unos enormes cuernos — prosiguió.

— Si es que ya no los tenías — agregó en risas su amiga.

Me armé de valor y me puse de pié. Tenía ganas de llorar ¿Que pretendían esas dos brujas? Hoseok me tomó de la mano y me sacó de allí.

— Son unas brujas — bufo molesto Hoseok, mientras nos alejábamos de aquel lugar. — Las golpearía si no fueran mujeres — añadió.

— Se fue a América y no me lo dijo— susurré al borde de las lágrimas. Inhale y exhale conteniendo las lágrimas. No lloraría, no lo haría.

— Mejor así, mientras más lejos mejor — Gruño él cerrando sus puños. — Pero ya no hablemos de él, ese bastardo murió — se encogió los hombros y tomó mí mano, entrelazando mis dedos con los suyos.

No respondí, detestaba que él se expresara de esa manera de JungKook pero... Después de todo. Él es como un hermano mayor y vio que JungKook me lastimó.

— Tengo frío — Susurré abrazando mis hombros desnudos. Por la prisa no tomé ni una chaqueta. Vi como él se sacaba su campera de cuero y la ponía sobre mis hombros. — Gracias — le regale una sonrisa agradecida.

Sus ojos se fijaron en mí, mirándome fijamente. Recorrió mí rostro y se detuvo en mi sonrisa, instantáneamente copio mí acción. Una enorme sonrisa se plasmo en su rostro.