-...verás, es que...¡DYLAN ME HA MIRADO!
-OH POR FAVOR ABBY ¡¿TANTO MISTERIO PARA ESO?! ME HABÍAS ASUSTADO
-Venga va, sé que si a ti te mirará también te pondrías así
-Pf, sabes perfectamente que ese rollo de "chico duro" no va nada conmigo, por mí te lo puedes quedar
-OOH GRACIAS
-Sí, ya, todo muy bonito, pero date prisa que es tarde
-Hahaha que graciosa, por mucho que lleguemos pronto a casa de Lea, si ella no va rápido llegaremos tarde.
En eso tenía toda la razón del mundo, Lea realmente tiene muchas cualidades, pero la puntualidad, no era una de ellas.
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Había un cielo nublado encima de mí, aquella era una de las cosas que más amaba del mundo, la lluvia, a muchas personas les parecía extraño que me gustara, pero esas nubes oscuras y el sonido del agua chocando contra el suelo de cierta manera me transmitían tranquilidad y seguridad, y eso, era algo que a menudo necesitaba.
Hoy era martes, lo que implicaba tener un par de clases con él
Para mi suerte me sentaron detrás de John, genial, ahora me pondría más nerviosa, y aquello era malo, cuando me pongo nerviosa o me estreso suelo ser patosa, muy patosa, y ahora mismo no me convenía quedar en ridículo delante de él. La clase iba fluyendo normal, a excepción de algo, él se giró y me miró con aquella mirada que podría dejar petrificada a cualquier chica. Sus ojos eran castaños oscuros, tanto que parecían negros -aquello era algo que me fascinaba-, su mirada era intensa y misteriosa, con un toque de honestidad, era increíble la manera en la que a través de sus ojos podías saber tantas cosas acerca de él.
No dijo absolutamente nada durante la clase, dios, este chico me estaba matando, si tanto me mira ¿Por qué no es capaz de acercarse y hablarme?
Ya era la hora y yo seguía comiéndome la cabeza pensando en el por qué, pero al salir me sorprendió James
-Hola – en verdad él me había saludado o lo he imaginado? Me emocioné, vale, no penséis que soy de esas chicas que porque me pida un boli ya me hago paranoias pensando que se va a casar conmigo, pero me resulto raro que él me saludara, al fin y al cabo siempre soy yo la que lo hace.
-Hey.- le respondí con entusiasmo, después de aquello nos quedamos hablando por un rato, pero se fue acercando la hora de llegar a mi casa, mierda.
Sinceramente, que James me hablara me alegro el día.
Al llegar a mi casa mi madre me pregunto lo mismo de siempre
-¿Qué tal el instituto?
-Bien-le respondí secamente. Para que pregunta siempre como me ha ido, aunque me haya pasado algo no se lo contaría.
Mi relación con mis padres había sido, y es, algo extraña, yo no les cuento nada sobre mi vida personal y ellos a mí tampoco, a excepción de los estudios, pero ya me iba bien de esta manera, así que ¿Para qué cambiar? Es más no me gustan esas relaciones de padres-amigos, todo lo que les cuentas lo pueden utilizar en contra tuyo, es mejor cerrar la boca en cuanto a padres, profesores y demás, aunque en mi caso eso lo hacía con todo el mundo
-Bien, ¿Cómo?
-Bien, mama, como todos los días.
-Ay hija, pero que sosa eres.
-Gracias, pero ya lo sabía.
Continué mi camino hacia mi habitación, me pasaba allí la mayoría del tiempo, creo que tu habitación debe ser algo así como tu santuario, y mucho mas siendo adolescente.
Yo la tenía decorada con colores blancos y algún destello de azul caribe, blanco porque quiero que sea un sitio neutro, algo para poder pensar y tomar las decisiones, y el azul porque me gustaba y ya.
Mi habitación sonaba a ritmo de Lana del Rey, escuche una notificación:
2 mensajes nuevos de John
Holaa
Esto…me preguntaba si te apetece venirte a dar una vuelta, que me dices?
Estaba casi segura de que James era la elección perfecta, pero justo tiene que aparecer John estropeando todo lo que mi mente había descifrado acerca de ellos, creando de nuevo una confusión.
Y yo no sabía que hacer, estaba jodida, totalmente jodida.