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Ya soy lo suficientemente grande para cuidarme solo mamá — Já, que curioso resultaba ser todo, cuantas veces, le ha de haber repetido esa frase a su madre, ¿Tres veces, diez, incontables veces? No lo recuerda con exactitud.

Muchos tipos de paisajes ha observado en las últimas horas, los observa detenidamente por la ventana del bus en el que ha de viajar hasta la gran ciudad. Tokio, será perfecto, no solo para llevar a cabo esa beca, si no para cambiar su vida completamente, trabajara y estudiará.

Su madre ha muerto, y le ha prometido que nada ha de faltarle a su pequeño trocito de cielo, como ella solía decirle.

Prométeme que vas a volver, p-promételo — Recuerda claramente el tono de su voz, su tono dulce, débil, delicado e imperfecto, aún suele trabarse al hablar, no es nada extraño a su corta edad. Sabe que estará bien, no es común dejar a alguien de su edad, pero nada ha de faltarle y para eso debe dejarla, está consciente de ello. — Sin importar cuanto me lleve volveré, y cuando lo haga será para cambiar nuestras vidas, pequeña niña — Se dice para sí mismo justo antes de distraerse con los grandes edificios de la ciudad que tenía enfrente.

Señores, esperamos que hayan tenido un buen viaje — Habla el ayudante del chofer del bus, repitiendo alguna que otra frase ya conocía como el, "Revise sus pertenencias antes de salir" y más, bueno el viaje ya había acabado.

El ruido, fue lo primero que le impacto, ya no estaba el cálido silencio de su casa, de su villa, el que le permitía escuchar las babosadas de la personita que dejo atrás. Los edificios, podían ser incluso cien veces el tamaño de su casa... Todo aquí era diferente a lo acostumbrado.

¡Kaito! — Dio la vuelta buscando al que le haya llamado, buscando un rostro conocido en este lugar. — ¡Hey, Kaito! — Volvieron a gritarle, un inesperado y apretado abrazo apretó su cuerpo, sonríe en su interior, y alejo a aquel chico de cabello platinado. — Que gusto me da verte amigo... Que viejo estas — Rió levemente, reacomodando su chaqueta desarmada por ese abrazo, mientras, recordaba todo lo que vivieron de niños.

— También me da mucho gusto verte Dell — Replica para él, quien sonríe de oreja a oreja y le da una brusca palmada en la espalda que termina casi siendo un empujón.

— ¡Já, sabía que sí! — Su torpe y brusco amigo, le tomo de su querida bufanda azul y le jalo para que empezará a caminar tras él - Le dije a mi madre que vendrías, te está esperando — Comento sonriendo.

— ¿De verdad? – Pregunta incrédulo, la madre de Dell... no es que hayan sido los mejores amigos, y no la culpa, metió al torpe de Dell en muchos problemas cuando eran niños, hasta que decidieron mudarse.

— No es una bruja Kaito, te recibirá encantada, podrás quedarte con nosotros — Miró detenidamente a Dell, había crecido mucho, era un enano cuando se fue, y para él, por muy difícil que sea su carácter, admitía que le hacía feliz el saber que siguen siendo amigos, a pesar de la distancia.

— Gracias Dell, aceptare encantado, pero solo por uno o dos días, traje mi dinero, no voy a vivir siendo el huésped de nadie, no sé cuánto tiempo me quedare, y quiero sostenerme por mí solo. — Dijo firmemente, nunca le ha gustado depender de nadie, incluso en las caídas más fuertes.

Cuando de niño se traspillaba y sus rodillas sangraban, lograba ponerse de pie y seguir corriendo, no será ahora cuando se quede en el suelo.

El chico de cabello claro sonrió asintiendo, sabia lo terco que podía ser Kaito Shion. Días antes cuando le dijo que viajaría hasta la ciudad moría de la emoción para verlo de nuevo, él mismo le había ofrecido quedarse con ellos, y aunque su madre y él tuvieron bastantes problemas en su niñez, Kaito ya era un joven maduro y su madre acepto sin quejarse dadas a las circunstancias que había vivido últimamente, él no era un mal chico, solo fue demasiado travieso en su niñez, y le alegraba mucho verlo, aunque más serio. Mucho más serio.

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