Tic-Tac

230 16 3
                                    

Me siento sobre la cama de mi cuarto,
Pensando.
Sin saber qué hacer con mi vida,
Que se encuentra patas arriba,
Mientras miro al reloj hipnotizada,
Por el secundero que da vueltas,
Y el sonido constante del tic-tac.

Las olas de telas se mueven sin cesar,
Empujan, tiran, me ahogan y gritan,
Dejándome sorda y sin oxígeno con el que respirar.
La cama se extiende a un sin fin de mar.
No. No de mar. Sino de un océano inmenso,
Lleno de colores fríos intensos,
Que con el brillo del sol parece que hay joyas esparcidas,
Cubriendo gran cantidad de la superficie del agua.

El sonido suave del reloj me abandona,
Mientras me deslizo hacia las profundidades,
Desesperadamente aferrándome a cualquier cosa,
Para no perder ese sonido suave y constante,
Que conecta mi mente al cuerpo de la realidad...
Al cuerpo de la verdad.

Quiero volver y no desaparecer.
Grietas rojas se extienden sobre los kilómetros de mi piel,
Moretones en las montañas de mis manos.
¡No quiero desvanecer como el sonido de mi cuarto!
No, por favor...
No quiero perecer como la luna hace al salir el sol,
Como el secundero del reloj de mi habitación,
Que da vueltas sin parar,
Emitiendo el sonido constante del tic-tac.

Poemas de un alma rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora