Mi nombre es...

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«Las heridas abiertas conducen a la muerte»

-N A R R A D O R-

Se podía ver el río de aquella cascada, el sonido del agua cayendo con fuerza contra las rocas de la parte inferior era algo tranquilizador y a la vez, arriesgado.

Un sólo paso en falso, y podías caer casi 16 metros hacia abajo, encontrándote con una muerte sumamente dolorosa y rápida.

En cualquier momento, el panorama era digno de ver.

Pero en este momento, el ambiente era pesado. Lleno de negatividad.

Y es que, encontrarse con un enemigo legítimo, sólo había una solución para el problema. Defender lo que es de tu propiedad, y de tu manada, era algo que sólo llevaba a una conclusión.

Muerte.

[...] El lobo blanco, tenso en su sitio, intentando mantenerse al margen de la pesada situación; sabía que no llevaría a nada bueno una pelea a muerte.

Sabía quién iba a ganar; y no quería que sucediera. Sabía quién estaba en clara desventaja.

Era su hermano.

Eren podía saber con sólo ver el cambio en el rostro pálido, y su aroma hostil; que el vampiro no estaba, para nada contento con el lobo gris.

-«Zeke...»-. Intentó acercarse. Detener un posible suicidio.

Porque, un lobo de la edad de Zeke, que no sea experimentado y que no tenga ni dos años de edad; no era rival para un vampiro de miles de lunas.

La experiencia, las cicatrices, eran señales de vida pasiva o activa. Un lobo con más cicatrices, era un lobo problemático o ambicioso; no digno para ser alfa. Pero un lobo pasivo sin marcas, no era elegido, por no ser fuerte o lo suficientemente valiente para enfrentar batallas por el poder.

Por eso muy pocos eran alfas sobre alfas. Muy pocos, sobrevivían al gran ascenso.

-«Será mejor que te largues de aquí Eren..»-. Gruñó el alfa en dirección a su hermano, sin verlo.

No despegaba su vista de los ojos negros afilados de su contrincante.

Pero tampoco era una opción retirar su mirada, porque no sabía si atacaría.

-Te doy una última oportunidad para que te vayas, chucho-. Dijo el vampiro, con superioridad y con clara voz hostil.

Eren, no se iría. No sin ayudar a la criatura que estaba tirada suplicando ayuda.

Tenía una soga en el cuello; no podía hacer nada sin que el otro ser lo tome como amenaza.

Pero tenía que intentarlo.

-«¡BASTA!»-. Gritó Eren.

De un movimiento repentino, totalmente inesperado. El cachorro lobo saltó a la parte superior de la cascada de una manera ágil, y rápida.

Tomando desprevenido al vampiro que bajó la guardia, Zeke atacó junto con él.

La intención del cachorro era correr y salvar a la chica que estaba muriendo.

Pero Zeke lo tomó como movimiento iniciativo de batalla, y se abalanzó contra el vampiro, gruñiendo y dando zarpasos encima del cuerpo pálido.

Eren veía con horrores aquél acontecimiento. No podía creer que estuviera sucediendo. Y menos ahora, Zeke había sido aventado fuertemente hacia el bosque, y el cara pálida sin ningún rasguño.

Sólo se podía notar, sus ojos rojos resplandecientes en aquel crepúsculo.

El cachorro estaba asustado, no por el vampiro, si no por su hermano, no sabía cuanto daño el vampiro le había proporcionado.

Cielo E Infierno [RiRen«Infrarrojo»] - P A U S A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora