Eran las tres y dos de la mañana cuando Miguel se encontraba jugando con su tablet a un juego de fantasía donde él era un guerrero que se dedicaba a destruir criaturas y bestias que interferían en su camino. En su casa había Internet desde hacia tres meses durante los cuales aprovechó para descargarse los archivos más dispares y para ver sus series favoritas. Lo hacia siempre que podía incluso aunque se tratara de privarse de dormir. Todas las horas eran buenas. Se encontraba sentado con las piernas cruzadas en su mullida cama junto a su tablet la cual permanecía entre sus piernas. Segundos después aparto su dedo de la pantalla cuando se le ocurrió buscar en google otras aplicaciones para su artilugio táctil. Su búsqueda abarcaba diversas áreas del mundo de Internet: más juegos de lucha, descargas de canciones, aplicaciones dedicadas a retocar fotos, hentai… Entonces hubo un icono que le llamó tanto la atención que la mente se le quedo en blanco durante un solo instante. El título de dicha aplicación destacaba mucho debido que a la aplicación le habían adjuntado una imagen de una calavera y estaba escrita en letras rojas como si fuera sangre. Al principio Miguel no quiso hacerle ningún caso. Es más paso de ella durante los próximos veinte minutos. Miró su Twitter, su Facebook. No paso absolutamente nada. De repente le embargó una sensación extraña por todo su cuerpo. En su mente no paraba de revolotear las mismas palabras: Death Tablet. Le picaba su curiosidad en las zonas más sádicas de su mente. Estaba mirando una serie en una página de descargas cuando repentinamente apretó la opción de tirar hacia atrás justo donde vio la aplicación y apretó sobre ella. Súbitamente la pantalla se puso negra como el carbón. Percibió como si una extraña fuerza demoníaca le traspasara por sus manos Después se puso otra vez normal. La descarga comenzó. 10%. Se quedo mirando su tablet embobadamente como si por mirar mucho fuera mucho más rápido. 25%. Se giró en aquel preciso instante. Estaba todo en calma. 50%. Solo la luz que irradiaba su tablet permitía ver las ojeras por falta de sueño de Miguel. 63%. Con cara de medio dormido Miguel miró hacia la puerta de su pequeña habitación. 75%. La puerta se había desplazado unos milímetros. Sería el viento o su padre que habría ido a beber agua. 89%. Todavía seguía descargando y los cuatro minutos que llevaba sentado en su cama se le habían hecho eternos. 99%. Ya casi estaba. Quedaba muy poco para que terminara de descargarse la aplicación. Tres, dos, uno y…cero. Terminó. Un ruido proveniente de la calle le hizo votar de su cama. La luz iluminaba las ojeras de Miguel como el sol sobre el mar. Sus padres todavía dormían plácidamente. La pantalla se tornó negra otra vez con la diferencia de que ahora salía la misma calavera con su macabro letrero sangriento. En la pantalla salió de repente el letrero de la aplicación pero ahora en grande y se desvaneció al poco rato de salir. La aplicación de repente le formuló una pregunta: -¿Chico o chica? -Chico. -¿Edad? -Diecisiete años. -¿Nombre del portador del Death Tablet? -Jorge Martinez Aguirre—mintió descaradamente. -¿Serías capaz de matar a alguien? Miguel se asustó al leerlo. Apartó de su vista la tablet. Se estiró de piernas sobre su cama arrugando las sabanas y apoyando su cabeza en su almohada cómoda. Se quedo mirando el techo como si fuera esta a darle una respuesta. -¿Cómo podía preguntar esa aplicación ese tipos de cuestiones?—pensó Miguel--¿Matar a alguien? No me creo capaz de tal barbaridad. La pregunta volvió a aparecer sin embargo ahora aparecía más iluminada y alternando como si la tablet mismo se hubiera dado cuenta de que estaba indeciso. -Creo que nunca podría matar a alguien. -¿Estas seguro? Esa preguntó le cayó encima como si fuera un cubo de agua helada. Parecía como si la tablet le hubiera entendido. Trago saliva. Comenzó a sudar un poco. Volvio a actuar de la misma manera que la cuestión de antes. -Seguro del todo. -No lo creo Miguel García Castillo. Notó en ti un cuestionamiento a dicha pregunta sobre matar. Eso terminó por acojonarle más. ¿Cómo podía saber su nombre completo? ¿Le estaban espiando? El miedo le invadió por completo. Entonces desconectó la tablet y la depositó en la mesita de noche. También dejó sus gafas y apagó la luz. La oscuridad invadió la estancia por completo. El ruido de las manecillas del reloj retumbaba en sus oidos. Sus ojos permanecían totalmente abiertos mirando detenidamente el blanco de la pared. Paso la mirada por toda la estancia pasando por su escritorio, su armario y sus muñecos. Una luz proveniente de fuera de su habitación pasó por el hueco de la puerta incidiendo sobre los rostros de sus muñecos. Eso le asustó mucho. Volvió a tumbarse en la cama sin embargo ahora podía ver por el rabillo de su ojo las estrellas que podían vislumbrarse desde el ángulo por donde estaba viendo su ventanilla la cual daba al patio de luces. Se oyo el ronroneo de su gata Misi sobre el tejado. No podía dormir por mucho que quisiera ya que un pensamiento aun le seguía rondando su mente. Pensó que si pasaba más tiempo así aquella idea acabaría por torturarle y sin dejarle dormir. Así que se alzó de nuevo y fue directo hacia la tablet blanca de la mesilla. Como si este hubiera escuchado sus intenciones de repente esta se encendió. De su pantalla se podía ver escrita una frase. - Ahora eres tú el nuevo portador de la Death Tablet. Hola soy muerte. Encantado. Entonces volvió a desconectarla. Pero eso no le sirvió de nada ya que se volvió a encender.