Una chica va caminando de regreso a casa cuando de pronto encuentra unas 20 fotos de Polaroid envueltas por una goma elástica. En la primera foto ve un hombre espectral de pie, sobre un fondo negro, bastante alejado de la lente de la cámara, sin que se le puedan distinguir las facciones o la ropa. En la segunda foto todo es igual pero el hombre está más cerca; sin embargo, en la decimonovena fotografía, el hombre fantasmal…
Ella va caminando de regreso a casa. El Sol golpea con fuerza, insistentemente. Hace un rato, como por casualidad, acaba de pensar en esos casos que se burlan de la Criminología y seducen a la Parapsicología. Casos de personas que desaparecen como por arte de magia, sin dejar ningún rastro. ¿Extraterrestres?, ¿portales dimensionales?, o, por qué no, simplemente criminales con gran habilidad. “Debe ser lo último”, pensó ella, y siguió caminando cuando de pronto encontró una pila de fotos Polaroid instantáneas.
Las fotos eran unas veinte y estaban en perfecto estado, unidas entre sí por una goma elástica. Ella las notó porque era extraño que estuviesen justo en el centro de uno de esos bancos en que la gente se sienta a descansar. Resultaba difícil pensar que alguien dejó las fotos allí en un descuido: lo más probable era que aquella persona quería mostrar a otros sus fotografías, pero sin estar presente…
No pudiendo contener su natural curiosidad, revisó que no la vieran, tomó la pila de fotos y empezó a verlas en orden.
La primera fotografía mostraba a un hombre de aspecto fantasmal en un fondo negro, tan lejos de la cámara que apenas se distinguía su silueta y el hecho de que estaba de frente. La miró un rato, intrigada, y después la puso al fondo de la pila y pasó a la siguiente, en la cual aparecía el mismo hombre, de pie frente a la cámara y con el fondo negro. La única diferencia entre la primera y la segunda foto, es que en la segunda el hombre estaba un poco más cerca de la cámara, pero aún no se distinguían sus facciones, todavía estaba muy lejos de la lente. La tercera foto mostraba también lo mismo, pero el hombre estaba un poco más cerca, aún sin verse claramente. Así pues, ella supuso que las fotos restantes seguirían el mismo patrón, pero de todas formas continúo pasándolas en orden, esperanzada de ver con claridad la cara del hombre fantasmal.
Ya en la decimonovena foto, ella por fin pudo ver el rostro del espectral individuo: era la cara más espantosa que hubiese visto jamás. El hombre de la foto gritaba, tenía los ojos completamente en blanco, y su expresión reflejaba un terror diferente a cualquier forma de terror que hubiese visto pintada en cara alguna. Era como si estuviese siendo atormentado intensamente, y a su alrededor hubiesen cosas tan espantosas que nadie en el mundo podría imaginarlas.
Finalmente, en la veinteava foto solo habían dos palabras en blanco sobre un fondo negro: “Estoy cerca”. Sí, la foto anterior de verdad le dio miedo, pero ahora le parecía que, aquel que dejó las fotografías, había fallado su broma terrorífica justo en la última imagen. Para ella, en ese momento, lo único que estaba cerca era su propia casa, y siguió caminando.
A pocos metros de la chica, en la casa hacia la cual caminaba, su hermano la esperaba con tranquilidad, pero toda esa calma se hizo añicos cuando la escuchó, a poca distancia de la puerta, proferir un fuertísimo alarido de terror.
Angustiado sobremanera, el hermano de la chica fue corriendo a abrir la puerta, aunque no encontró a su hermana. Todo lo que había, a unos dos metros de la puerta aproximadamente, era una pila de fotos Polaroid. Eran como unas veinte, unidas por un elástico. Él aún seguía demasiado preocupado por su hermana, pero no resistió la curiosidad y tomó el paquete de fotos para mirarlas en orden. Así, lo primero que vio fue un fondo negro, en que se veía a una chica con aspecto fantasmal, parada de frente, bastante lejos de la cámara. No se distinguían las facciones de la chica ni la ropa que cargaba; aunque, en lo poco que alcanzaba a distinguir, le dio la impresión de que la chica se parecía a su hermana. En la siguiente foto, todo era igual, excepto porque la chica estaba un poco más cerca, aún sin poderse distinguir. Inquieto, pasó a la siguiente foto, y así sucesivamente…
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ORIGEN: Se desconoce el origen concreto de este creepypasta, pero es muy posible que esté inspirado en aquellos misteriosos casos de personas que desaparecen sin dejar rastro alguno, así como en el sentimiento, que siempre ha tendido a despertar la Fotografía, de que en las cosas captadas por la cámara hay algo más que una simple imagen del momento. De ese modo, la creepypasta expuesto viene a ser una ingeniosa respuesta imaginaria a las desapariciones misteriosas antes dichas.