Cap.46~Ojos Cerrados

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Capítulo cuarenta y seis

Pov Wade

Todavía no puedo creer que ella piense que es una humana.

Y mucho menos que me echara de su casa.

Aprieto el volante del auto, el estúpido sabor a sangre en mi boca es desagradable. No sé como ella reunio las fuerzas para tirarme lejos de su cuerpo si me pedía a gritos que la hiciera mía. Aún sin recordar lo que en realidad es tiene la suficientemente fuerza para mandarme lejos.

Sonrío, esa es mi chica.

Llego a la entrada de la mansión y nana me espera en la puerta. Tiene que haber algo muy  importante como para que ella este ahí.

Bajo del auto, paso adentro con ella y el camino a la sala se hace evidente, antes de llegar veo a mi padre con los puños apretados y lágrimas corriendo por su cara, pasa a mi lado sin decir ni una sola palabra y es cuando huelo el aroma a rosas que ahora detesto.

Entro y la veo tirada en el piso, los guardias están rodeando la sala por algun movimiento en falso y a mi lado llega Roberto, se coloca en una posición de descanzo y habla tranquilamente —La encontramos tirada inconciente al límite de nuestra manada, también tenía este mensaje —me entrega una hoja toda achurrada.

Lo tomo y leo la perfecta caligrafía que hay plasmada.

Tu amada ahora está en mejores manos.

El aroma que desprende el papel es a ese repugnante aroma a hada, lo achurro y lo lanzo lejos de mí.

Sé que parezco un niño haciendo esto, pero él no me quitará a mi Sara.

—¿Tienes miedo de que alguien más la tenga para si? —sonrío.

—Tú no tienes a alguien para ti—cambia su cara y trata de levantarse, pero soy más rápido y le doy una patada a su estómago.

—¿Ahora con esto te defiendes? No ves que ella te ciega—me agacho a su altura y tomo su barbilla con fuerza.

—Eso es ser generoso, ¿quieres todo contra ti? No te preocupes, lo tendrás — me levanto—dile a la bruja de la manada que te de una pastilla torturadora, quiero que vea sus propios demonios —Roberto asiente—aparte de eso quiero a los enfermos con esta perra, quiero que se enferme rápido, colocale un inyectable de sangre infectada, pero antes pueden hacer lo que sea con ese cuerpo y si es que le puede causar algo, además que los más necesitados aprovechen a la puta desgraciada—señalo su cuerpo—no quiero compasión, quiero que utilicen—desvío mi mirada a Roberto—por órdenes de mi Luna y mías, quiero que utilicen todos los instrumentos de tortura. Esta inútil traicionera tiene que sufrir como lo hizo Sara por su culpa—me de vuelvo sientiendo sus ojos sobre mi espalda —y para el final quiero que la cuelgues de cabeza desnuda con las piernas separadas en el lugar donde siempre se hacen las ceremonias de iniciación — antes de decir otra cosa más me viene a la mente Sara y los niños—eso solo será a presencia de adultos. La cortarán a la mitad con una sierra y eso será dentro de dos días—desaparezco del lugar y subo a la habitación de Emilie donde todas sus cosas aguardan.

Su olor me pega de golpe y aspiro fuertemente, pero ni aún con todo ese aroma puedo aplacar el vacío que siento.

¿Por qué nunca la puedo proteger?

Subo a mi cuarto y me despojo de la ropa, entro al armario y saco un el típico conjunto de entrenamiento: Una camisa blanca y un buzo. Debo entrenar, es lo único que me sirve para pensar y procesar todo.

Bajo y salgo de la mansión, puedo escuchar a todos hablando y comentando sobre la ex luna mientras que los niños juegan felizmente, saludo a una que otra familia y comienzo a correr directo al campo de entrenamiento.

El Alpha Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora