—De nuevo—la voz de aquel hombre sonó firme y fuerte.
El choque de espadas danzantes inundaba el ambiente mientras que la respiración de la chica se hacía cada vez más pesada. Una, dos, tres estocadas y retrocedió blandiendo su espada esquivando el ataque de su maestro.
—¡De nuevo! —ordenó él y la chica nuevamente se lanzó al ataque.
Esta vez el agotamiento tomo control de su cuerpo y al tratar de bloquear el ataque de su maestro soltó la espada y cayó de sentón por el impacto de la fuerza de aquel hombre de cabellos grisáceos.
—Aun tienes que trabajar en tu defensa, te lanzas al ataque sin pensar en tu propia seguridad y eso podría llegar a costarte la vida Lily. Por hoy ha sido suficiente, has estado entrenando duro estos tres días así que te recomiendo descansar antes del combate de mañana, no es bueno que te sobre esfuerces.
—¡Pero Siegfried...! —la rubia intentó quejarse siendo inmediatamente callada por el espadachín.
—¡Lily! Si sigues así solo harás preocuparse más a el príncipe Gilgamesh—replicó el caballero.
—¿Gilgamesh? —su voz sonó algo incomoda al mencionar su nombre.
Recordó que luego de la reunión en la sala del tronó ella le había pedido al príncipe que le encontrara un compañero de combate para comenzar a entrenar inmediatamente. El rubio había hecho una mueca irritada para segundos después dirigirla hacia el caballero más hábil al servicio de su padre, Siegfried, pero luego de eso había dejado de dirigirle la palabra desde que inició su entrenamiento. Cada vez que quería hablar con él Gilgamesh parecía muy ocupado yendo de un lugar a otro y cumpliendo sus deberes, pero Lily sabía muy bien que era una excusa para no hablar con ella.
Leyendo las preocupaciones de la joven Siegfried suspiró pesadamente.
—El joven amo está muy preocupado por ti ¿Sabes? Luego de nuestra primera sesión de entrenamiento me pidió que fuera un poco menos rudo por tus heridas. —comentó el hombre.
Ella rio suavemente luego de escucharlo, fuera o no una mentira piadosa por parte de Siegfried para levantarle el ánimo, ella no pudo evitar sentir una ligera calidez en el pecho que la hizo esbozar una ligera sonrisa.
—Él no está muy de acuerdo con el torneo ¿Verdad? Aunque pensé que quería que yo fuera su guardiana...
—De momento solo esta irritado porque el consejo quiere ponerte a prueba, es demasiado obvio que están haciendo esto con toda la intención de eliminarte como opción a guardiana. Además, también está enojado porque eres completamente ignorante de tu mismo estado, no estás en muy buenas condiciones para combatir mañana y podrías salir gravemente herida del torneo.
—Eso es un riesgo que debo correr—dijo con determinación—Si no soy capaz de demostrar mis habilidades en este estado entonces no seré capaz de defender al príncipe cuando estemos en una situación desventajosa, bajo un ataque el enemigo no esperara a que su objetivo recupere su fuerza o salud.
Siegfried la miró inspeccionándola. Llevaba muy poco tiempo entrenándola, pero había sido suficiente para ser consciente de la forma de ser de Saber. Aún era una niña cuyos sentidos del honor, justicia y responsabilidad estaban fuertemente desarrollados, su temple y razonamiento eran dignos de admirar, como un espadachín ella era sin dudas una virtuosa flor cultivada para ser el epitome de todo lo que un caballero debía ser. Sin embargo, le falta algo muy importante:
Amor propio.
Era dolorosamente obvio que carecía de interés en sí misma, salir herida no importaba siempre y cuando cumpliera sus objetivos y era fácilmente capaz de sacrificarse en pos de estos si eso llegase a ser requerido. Su propia convicción podría llegar a destruirla y Saber lo aceptaría felizmente si era a lo que sus ideales le dictaban. No había egoísmo ni ambiciones en su corazón, por supuesto que eso era algo bueno, pero al mismo tiempo el no desear nada para sí misma, hacía de Lily alguien vacía. Solo sirviendo a alguien más... ella no se daba cuenta de que las personas a su alrededor eventualmente sufrirían al verla hundirse en el camino que ella misma había elegido.
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Sortilegio
RomanceSin que nadie lo supiera la historia estaba destinada a repetirse. Una y otra y otra vez los caprichos de esa entidad marcaban el destino de dos personas. Ellos estaban predestinados a pelear y matarse el uno al otro, como el héroe y la bruja de una...