Capitulo 9

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Sortilegio 9

Había solo una joven de largos cabellos rubios con un vestido blanco y nada más, en aquel espacio vacío y lo único que los ojos de la chica podían ver, además de su cuerpo, era como la negrura lo cubría todo.

Ya estaba cansada y fatigada, quería llorar, pero sus lágrimas se habían secado tiempo atrás, quiso gritar, pero su voz se había desgastado de tanto haberlo hecho en el pasado, cada segundo de su existencia solo se hacía cada vez más dolorosa orillándola a desear la muerte porque las visiones que el lugar en donde estaba atrapada le mostraban, poco a poco estaban consumiendo su cordura y sumergiéndola cada vez más en la oscuridad.

¿Cuánto más podía soportar? Después de años de sufrimiento estaba muy cerca de llegar a su límite, Saber ya había aguantado lo suficiente, pero ella sabía que no merecía la muerte. ¿Alguien más habría sentido lo mismo que ella?

Ver sueños donde todo se tiñe de negro y tus manos de sangre. Sentir que tu cuerpo se quiebra, se corta y se quema. Soportar como la oscuridad trata de engullirte y corromperte mostrándote los peores males de la humanidad. Ver la perversidad que el ser humano es capaz de engendrar. Sentir como lo que sea que te mantiene atrapada en ese profundo abismo trata de poseer tu mente, de quebrarte, doblegarte y torturarte con la misma culpa de tus acciones pasadas.

Si eso no era el infierno Arturia daba por hecho que cuando muriera el inframundo se convertirá en su paraíso personal porque no podía haber lugar que le hiciera pasar más tormento y si el infierno era como se describía entonces, definitivamente era un paraíso comparado con Angra mainyu.

Arturia pensaba que de alguna manera se merecía todo el sufrimiento que durante todo ese tiempo la había estado aquejando. De solo recordar la masacre en el palacio la culpa que la invadía la obligaba a seguir con vida a pesar de que su único deseo era ya no sentir más dolor.

Mediante su tiempo ahí había aprendido a no hacerse preguntas del exterior, cada vez que pensaba en como estarían sus amigos ese lugar le mostraba terribles alucinaciones de ellos rechazándola, lastimándola y tratando de matarla. Sabía que no eran reales pero una mentira dicha mil veces termina por convertirse en verdad y la duda comenzaba a apoderarse del corazón de la joven espadachína.

¿Qué pensaba? ¿Qué cuando saliera de ese lugar Nilonia la recibiría? ¿Qué Gilgamesh extendería sus brazos y le perdonaría el haber matado al rey y masacrado a un gran número de caballeros?

No había manera.

Y si es que milagrosamente llegaba a ser perdonada su linaje tarde y temprano saldría a la luz y entonces sí, no habría forma de que Gilgamesh ni aun con toda su benevolencia pudiera perdonarla.

Y ver el odio en sus ojos escarlata era algo que podría matarla.

Porque ni ella misma podía absolver sus penas.

Dicho todo eso ¿De qué le serviría escapar de ese lugar?

Después de entender lo que un hogar significaba al convivir con Gilgamesh, Mordred, Enkidu y Alexander ya no quería volver a los viejos tiempos en donde todo lo que hacía era vagar sin rumbo fijo.

Ya no quería volver a sus días de soledad porque existia un lugar al que pertenecía.

El tener una cama caliente donde dormir, compañía de personas que la querían y se preocupaban por ella y tener un lugar al cual orgullosamente podía llamar hogar... después de todo eso ¿Era posible seguir viviendo en soledad?

Si eso no era suficiente para romper su corazón en mil pedazos, lo era el hecho de no poder volver a mirar la sonrisa del príncipe. Y se preguntó mil veces porque su sonrisa calentaba su corazón y pensar en él la hacía sonreír involuntariamente.

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