T R E C E

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Nunca me gustaron los cementerios.

Me hacían tener pesadillas de noche. Y me daban muchos escalofríos en la piel. Pero ahora estaba aquí por ti, Damián. Despertaste hace una semana del coma. Salí de la habitación para que pudieras hablar con tu hermano con tranquilidad. Pero él te dijo algo que te hizo llorar. Quise entrar y matarlo.

Tú solo te lanzaste a él y lo abrazaste. Y ahora estabas llorando frente a una tumba.

Frente a mi tumba.

Nunca quise dejarte. A lo largo de todos estos meses que estuve sin ti me di cuenta que a veces aferrarse al recuerdo de una persona era más doloroso que cualquier dolor físico. No quiero que te aferres a los recuerdos, no si eso implica lastimarte.

Ojalá pudiera decirte lo especial que eres. Ojalá pudiera abrazarte por última vez.

—Lo siento, Aly.—Susurraste, apoyando tu frente a la lapida, acariciando las letras de mi nombre con las yemas de tus dedos.— Lamento haberte llegado a esa fiesta. ¡Maldición! ¡Lamento haberme molestado! —Gritaste y vi unas cuantas lágrimas resbalar por sus mejillas. Mi corazón se encogió.—Lo siento, princesa. ¡Lo lamento mucho! No debiste morir... Yo tenía que hacerlo, perdón. Alyssa, no me dejes.— Un sollozo ronco salió de tus labios. Iba a dar un paso, pero tu hermano se adelantó y te abrazó.

—De no ser por ella estarías muerto.—Dijo tu hermano en tu oido.— Ella recibió todos los golpes por ti. Ella te salvó. Ahora tienes que seguir adelante por ella.

—No puedo.— Dijiste con voz ronca, aferrándote a los brazos Daniel.— No puedo hacerlo.

Tu hermano se alejó de ti y tomó tu cara entre tus manos.— Si puedes hacerlo. Y lo harás, demuestrale a Alyssa que su muerte no fue en vano. Serás un gran doctor, como ella quería que lo fueras. Y saldrás de esto. Ella estaría orgullosa de ti.

Y tu hermano tiene razón, Damián.

Estoy orgullosa de ti.

Alyssa (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora