Sentía el arma fría en mi frente, veía sus ojos tan oscuros y llenos de rabia. -¡Levántate!. Lagrimas empezaron a salir de mi rostro. -¡Que te levantes! Grito nuevamente, yo trague saliva y me puse de pie, el empujaba mi cuerpo dirigiéndome hacia un callejón, al llegar, el tomo mi cuello y me empujo hacia una pared. -Por favor, déjame ir, no diré nada, solo déjame ir... Te lo suplico. Le dije mientras lloraba, pero el callo mi boca con un asqueroso beso, intente alejarlo de mi y esto provoco que el apretara mas mi cuello, el pasaba sus manos dentro de mi blusa, provocando en mi una descarga inevitable de pánico, me arrojo al suelo y bajo lo suficiente mi pantalón como para poder penetrarme, intente detenerlo en un intento fallido y de repente fui penetrada, fuerte, muy fuerte, el tapaba mi boca con una de sus manos mientras yo lloraba desesperada, el lo hacia cada vez mas fuerte y yo seguía sollozando en el suelo, sentí que en ese momento mi vida se desmoronaba, el no paraba y el dolor me consumía cada vez mas, sentí por un momento mi cuerpo distante, por un momento deje de sentir todo lo que ocurría y como una luz justo en mi rostro, llego el recuerdo de la tijera en mi bolsillo, con mucha complicación pude sacarla de mi bolsillo, lo mire directamente a los ojos, esos ojos tan oscuros y de un solo golpe enterré la tijera en su espalda, el abrió sus ojos como quien nunca espera el golpe dado, saque la tijera, quite su cuerpo de el mio, el respiraba rápido, enterré nuevamente la tijera en su abdomen, la saque, y en ese instante entendí algo que leí una vez: los humanos sienten satisfacción en la violencia.
Subí mis pantalones y de repente recordé todo lo que ocurría, salí corriendo despavorida, lo escuchaba gritar y gemir por el dolor de la puñalada, pero mis piernas no dejaban de correr, por un instante pensé que caería debido a lo débil que estaba mi cuerpo, mi mente se quedo en blanco y veía borroso, pero aun así nunca deje de correr, no pensé con claridad hasta que llegue un lugar con mas gente, quería gritar pero no tenia voz, me tumbe en el piso en silencio y de pronto un triste llanto salio de lo mas profundo de mi ser, de mis ojos brotaron lagrimas amargas, no podía moverme, estaba completamente paralizada. Alguien se acerco, levante mi vista unos segundos era una señora de algunos 40 y tantos, o eso parecía -¿Señorita, se encuentra bien?. Yo negué con la cabeza, ella intento levantarme -¡Déjeme tranquila!. Le grite a la mujer
-Tranquila, yo puedo ayudarte, déjame ayudarte. Me dijo con una voz cálida y pasivaIntento levantarme una vez mas, saliendo victoriosa esta vez, me subió a su auto y me llevo hasta la estación de policía, me dieron una manta y una taza de te de manzanilla, la señora no quería dejarme, me recosté de su hombro y me di cuenta de que incluso en este mundo tan asqueroso y lleno de cosas malas, sigue habiendo gente buena capaz de ayudar a los demás con su amor y comprensión.
El oficial me hizo varias preguntas de rutina y luego me pregunto lo que me había ocurrido después de ver la sangre en mi ropa, intente decir algo pero no lograba mas que balbucear, entre en pánico y comencé a llorar, la señora me ayudo a calmarme y me pregunto por el numero de algún familiar u amigo, no tenia idea de a quien llamar, a quien podría llamar en momentos como este seria a Keisy, pero ella esta muerta, Cristian no estaba, decidí darles el numero de mi tía, que a pesar de no ser mi primera opción era la única persona que tenia y podía ayudarme en esta situación, el oficial llamo y mi tía llego en aproximadamente 20 minutos, yo aun permanecía en el hombro de la señora como si esta fuese mi madre.-¡Cariño! ¿Que paso? ¿Donde estabas?. Yo permanecí en silencio.
-La encontré en la calle 36 tirada en la acera, estaba alterada y lloraba, la traje aquí desde que me permitió levantar la del suelo. Le dijo la señora con tristeza en sus ojos. Mi tía la miraba fijamente y sus ojos empezaron a llenarse de lagrimas que estaban a punto de desbordarse.
-Quiero ir a casa. Dije con voz ronca, ambas me miraron y asintieron. La señora y el oficial me acompañaron a la salida, la señora le dio su numero a mi tía, y le pidió que en el momento en que lleguemos a casa le dejen un mensaje y la mantengamos informada sobre lo que suceda. Nos despedimos y cuando estuve a punto de bajar las escaleras me di la vuelta para despedirme de la señora y darle las gracias por todo, luego, me marche.
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Mas que una adolescente
RomancePaola es una chica de 16 años, es una chica amante a la lectura y un tanto reservada con sus problemas pero siempre pendiente a como poder solucionar los de otros. Vive con su padre y su hermano mayor Cristian, ya que su madre siempre esta de viaje...