CAPITULO 2

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Después de la gran y extrovertida conversación con sus padres, Abbey subió a su habitación seguida de su hermana Daniela.

-¿Por qué no les dijiste que habíamos conocido a los hijos?- dijo Daniela un tanto suave para no hacer molestar a su hermana, lo cual, era imposible para las personas que le rodeaban.

-No se me hizo prudente, mamá quiere que vayamos a conocerles todos juntos, ¿no?- trató de esbozar una sonrisa, pero falló por completo.

-Si eso quieres, está bien.- dijo por lo bajo para luego ir a su habitación con sus pequeños y habituales saltitos.

Abbey, por otro lado, entró a su habitación y se tiró sobre su cama. ¿Qué pasaba por su mente? ¿cómo se sentía? No tenía ni idea de lo que estaba o no imaginando, no sabía qué sentir, qué pensar, qué decir.

Cayó la noche y Abbey junto con ella. A la mañana siguiente, se escucharon unos pequeños golpecillos en la puerta de roble que ocultaba de los ojos curiosos el interior de la habitación de aquella rubia. Ésta se levantó y caminó pesadamente hasta su puerta para abrirla y dejar pasar a la que era su madre en la espera de ella.

-Buenos días cielo.- dijo la señora Schmidt con aires alegres en su sonrisa.

-¿Qué pasa madre?- dijo Abbey frotando sus ojos azules en señal de somnolencia.

-Iremos a visitar a los vecinos, hay que darles la bienvenida.- sonrió y luego salió de la habitación sin decir más.

Abbey se quedó parada en la misma posición que adoptó cuando su madre entró, no sabía que hacer o decir, realmente no quería conocer oficialmente a aquellas personas.

-¿Te sientes bien?- dijo la pequeña cabeza de Daniela asomada por una esquina de la puerta.

-Iremos con los vecinos, alistate y ponte presentable.- dijo sin siquiera voltear a verle a su pequeña hermana.

Daniela se fue de ahí, dejando a su hermana sola. Ésta reaccionó un poco después y camino hasta su baño, se dio una ducha, se vistió, se peinó y bajo al encuentro con su familia.

En el recibidor yacía su hermana, madre y padre esperándola.

-Ya era hora, bella durmiente.- dijo su padre mirando su reloj con entusiasmo.

Todos parecían tan alegres y decididos por ir a conocer a los vecinos. Menos Abbey, ¿tenía que decir algo al respecto? No, no tenía.

Los cuatro salieron de su casa y se dirigieron a casa de los nuevos inquilinos vecinales. La señora Schmidt tocó con cuidado el timbre, dio un par de pasos hacia atrás, acomodó sus ropas y sonrió en la espera de una respuesta.

En menos de lo que esperaban, se abrieron las puertas de par en par, dejando ver a una señora no muy mayor, con largo y rizado cabello rojizo, ojos alegres y llenos de vida, una sonrisa perspicaz y una voz enternecedora.

-Buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?- dijo tras juntar sus manos y verles a todos. Terminó con una sonrisa y una mirada alegre.

-Buenos días, somos sus nuevos vecinos y venimos a darles la bienvenida como debe de ser.- dijo la señora Schmidt sonriente.

Abbey contemplaba la escena en silencio, era como si su madre hablase consigo misma frente a un espejo. Después de unos cuantos intercambios parafraseados, la nueva vecina les invitó a pasar.

Entraron, les dirigieron a la sala principal, les ofrecieron bebidas y se unió el esposo a la conversación.

-Entonces, son los Martinez.- dijo el señor Schmidt a media platica con el señor Martinez.

Abbey estaba con su hermana, hablando de cosas irrelevantes, mientras que sus padres hablaban con el señor y la señora Martinez. Todo iba bien hasta que la señora Martinez se levantó y sonrió, se escuchó como una puerta se cerraba, lo cual hizo que llamara la atención de todos lo que sucedía en aquella habitación.

-Él es Jason, mi hijo mayor.- dijo la señora Martinez con orgullo.

Abbey volteó su mirada y vio a aquel chico del día anterior en el parque. Traía consigo una chaqueta de cuero negra, una camiseta negra, jeans negros, vans negros... Todo lo que vestía era color negro. Miró a todos desde la entrada mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en el armario junto a la puerta principal.

-Es encantador.- dijo la señora Schmidt después de mirar al chico unos segundos.

-Los vecinos, saluda.- dijo el señor Martinez con autoridad a su hijo.

-Un gusto conocerles.- dijo mirando a los señores Schmidt, para luego pasar su mirada a Daniela y Abbey.

-Ellas son las hijas de los Schmidt, ¿no son lindas?- dijo la señora Martinez con entusiasmo.

-A que sí.- dijo Jason mirando a Abbey de una forma insdescriptiblemente retadora.

El chico dio media vuelta y salió de ahí rumbo a las escaleras que daban al segundo piso.

-Que raro ha sido.- dijo la señora Martinez a la señora Schmidt.

-¿A qué se refiere?- dijo la señora Schmidt tratando de ocultar su concordancia con ella.

-A que siempre es muy galante y cortes, ahora no lo fue.- dijo mirando el espacio que ahora yacía vacío, donde antes había sido llenado con la presencia de aquel chico.

La Vida De Avril Schmidt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora