Me levanto muy contento, enciendo la terma y entro a la ducha. Estoy tan distraído que no me tomé la molestia de verificar el agua, simplemente abro la llave y tengo que ahogar un grito de susto. El chorro de líquido sale helado. Tomo un par de toallas para abrigarme mientras tiemblo de frío.
Cuando me recupero, examino la terma, está encendida pero el agua sigue saliendo fría. Busco con la mirada el desperfecto, mis ojos se detienen en un pequeño cable cortado. Esto no estaba así ayer. Anoche tomé una ducha caliente antes de acostarme.
Alguien lo ha hecho y tal vez mientras dormía. Y sólo puedo pensar en una persona que quiere que mi vida sea miserable. Y casualmente soñé con ella, no recuerdo bien pero sí que la vi en mis sueños.
Si lo que quiere es verme molesto no lo va a lograr. Yo seré el que le eche a perder el día. Niña vengativa, ya me va a conocer.
Bajo a desayunar. Antonella está preparándome un jugo.
—Buen día niño ¿Dormiste bien?— pregunta.
—Como un bebé Anto, creo que hace mucho que no descansaba tan bien.
—Tómate el juguito. Te he preparado huevos, pero no los he frito, eso sólo hace que pierdan sus vitaminas, te los he pasado por agua, pélalos y cómelos— se va a la cocina y regresa con una bandeja que contiene cuatro huevos. Eso me trae gratos recuerdos, del tiempo en que yo llevaba a la escuela la lonchera más nutritiva. Sae cocina sabroso, todo lo que hacía me lo devoraba.
Tomo mi jugo rápidamente y pelo los huevos uno a uno.
Mi mente estaba perdida ideando las más descabelladas situaciones y así desquitarme del agua fría de la mañana. Tal vez dejarle algún "regalo" en su habitación, si descubro dónde duerme.
El sabor del huevo se me hace agrio y me lo saco de la boca para ver porque. Me llevo un susto. ¡No tiene yema amarilla! Es de un sanguinolento rojo.
— ¡Anto!— grito, mientras parto los otros huevos.
— ¿Niño?— la anciana se acerca a mí. Le muestro mi plato, todos los demás huevos están igual de raros. – ¡Ay niña tonta!— se lamenta. —Le dije a mi nieta que fuera por los huevos y me trajo los que estaban empollando, no los que son para comer— retira el desayuno de mi vista, mientras yo corro al baño para lavarme los dientes. ¿Me he comido un huevo con un pollo adentro? ¡Qué asco!
Esa... berrinchuda. Es muy guapa, sexy, tentadora... pero está tratando de hacerme la vida imposible.
Ya va a ver. Con Ruggero Pasquarelli no se juega.
Salgo a caminar por la hacienda, hago lo posible porque mi sonrisa sea la más deslumbrante que se haya visto por estos lares. Aunque me duela la mandíbula.
Encuentro mucha gente en la zona de los trabajadores, casi todos en una pequeña y acogedora casita, la más apartada. Parece nueva, es más, dos hombres están en el tejado terminando de colocar algo. Me acerco a ellos. Lionel Ferro está allí, con una sudadera sin mangas.
—Ey, buenos días con todos— saludo. La mayoría ni me devuelve el saludo, ya sé que no les caigo muy bien pero no me importa.
—Hola señor Pasquarelli— Ferro como un anfitrión sale de entre todos a recibirme.
— ¿Es tuya?— pregunto señalándole la vivienda.
—Sí. Los muchachos me ayudaron a construirla sólo faltan las cortinas, uno que otro tapete y las canaletas para las lluvias. Hoy mismo traeré todas mis cosas— parece feliz. Pobre hombre, no sabe en lo que se mete.
—Pues les quedó hermosa ¿Puedo?— digo en el umbral de la puerta, quiero ver cómo es por dentro. No está mal la verdad, parece acogedora.
—Por supuesto señor Pasquarelli, sería un honor— los demás me abren paso.
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Acosador (Adaptación Ruggarol)
FanfictionEl engreído Ruggero Pasquarelli es enviado a la hacienda de su familia, él odia el campo y la vida sencilla. Allí conocerá a Karol, la hija del capataz. Una muchacha rebelde quien se volverá su obsesión y también un dolor de cabeza constante. Pero e...