Capítulo 10: Como un ladrón

2.6K 162 3
                                    

Alguien pasa a mi lado corriendo, es uno de los muchachos no recuerdo su nombre. Estoy cerca de las caballerizas.

— ¡Llegó! ¡Llegó!— grita a un grupo reunido. Pienso por unos segundos que tal vez son mis padres, lo cual es muy improbable. Pero él hablaba en singular.

Escucho las risas y nuevamente mi curiosidad puede más que mi deseo de alejarme.

— ¿La conseguiste? ¿La morena?– algunos se asombran otros aúllan como perros. ¿Qué se traen?

—¿De quién hablan?— me acerco a Vick, el más joven quien nunca puede mantener la boca cerrada. ¿Por qué los problemas me persiguen?

—Es... Fernanda— dice frenético ¿se supone que yo debo comprender?. 

—¿Quién?— Vuelvo a preguntar.

–Verás, ella es... nuestra maestra— lo dice con tanta vergüenza que dudo que se trate de una profesora de escuela.

— ¿Y que enseña?— pregunto más o menos imaginándome la situación.

— ¡Todo! En serio. Ella dirige el burdel del pueblo. Todos hemos pasado por sus expertas manos. Nos inaugura, por así decirlo. Yo también perdí mi virginidad con ella— sonríe el muchacho.

Bueno, no están tan alejados de mi realidad, yo también perdí mi inocencia en un antro de esos, cuando Agustín me emborrachó y me llevó como regalo de cumpleaños por mi mayoría de edad.

Lo que no entiendo aún es que hace aquí esa mujer.

— ¿Y para qué ha venido?— si mi madre se entera que esto pasó en mis narices me va a golpear. Una mujer como esa en nuestra hacienda ¿Pero yo qué puedo hacer?

—Entre todos le pagamos, es que Gale ha estado muy ocupado estas semanas. Mucho trabajo y hace tiempo que no ha ido al burdel. Creemos que está oxidado, así que hicimos la colecta para traer a la "come hombres" y que le dé un par de lecciones sobre como entrar en combate, no le tomará más de una hora— sonríe Vick como si fuera una grandiosa idea.

— ¿Lionel se va a acostar con una prostituta? ¿Ahora?— no puedo precisar si me enoja o me da asco. ¡El tipo se acaba de casar!

—No se va a acostar. Y no le llames así a Fernanda— dice ofendido.

No salgo de mi asombro, cerca de aquí hay una recién casada, esperando por su nuevo esposo. Virgen y quizás asustada. Ok tal vez no está asustada, se ve que tiene carácter. ¿Pero Lionel va a hacerlo con una mujerzuela antes de estar con ella?

Esto era más de lo que puedo soportar. Tengo una moral floja pero esto me sobrepasa. Y yo que creía que la gente del campo era tranquila.

Camino un poco para alejarme. Algunas costumbres campesinas son raras. Aunque a mí no me deberían importar los pensamientos de un grupo de muchachos.

Karol se casó con un hombre de aquí y debe estar al tanto de todas sus estupideces. Han crecido juntos, debe conocer bien a la gente que le rodeaba.

A lo lejos veo que dos de los trabajadores hacen pasar a una de las caballerizas a alguien envuelto en una capa oscura. Supongo que es la meretriz.

Debo irme a dormir. Mañana me olvidaré de todo esto.

Camino sin rumbo, sin querer llego a la zona donde los trabajadores tienen sus viviendas. Diviso una vela encendida en la ventana de la nueva casita.

Karol debería saber... ¿Y si nadie le ha dicho? ¿Y si hasta las muchachas están al tanto y no se lo dicen? No, ellas habrían abierto la boca. Eso es cosa de los hombres.

Conociendo el carácter belicoso de Karol estoy seguro que armaría un buen escándalo si lo supiera.

Yo no puedo permitir que le hagan algo así en su noche de bodas. ¿O sí?

Camino hasta divisar a su puerta, me sorprendo al encontrar a dos jóvenes sentadas conversando en los escalones de la entrada.

¿Qué les diré? ¿Vengo a ver la novia?

Eso suena estúpido, nadie visita a una recién casada en su noche de bodas.

Solo un tonto como yo.

No tengo otra opción, será por la ventana. Que quede muy claro que no deseo hacer esto, yo sólo le estoy haciendo un favor a la berrinchuda.

Agradezco mentalmente que sea en el primer piso porque no soy bueno escalando, en la ciudad solo escalan los ladrones.

Agazapado como un ladrón llego a la ventana lateral. Mi corazón late a prisa, estoy nervioso, voy a irrumpir en su habitación y ella quizás lleva puesto ese camisón, hablarle puede resultar peligroso para mi salud. Pero es por su bien.

Con mucho cuidado corro la ventana, a dios gracias en el campo no tienen la costumbre de ponerle seguro.

—¡Karol!— llamo suavemente.

No escucho nada. A lo mejor está en otra habitación, o en la cocina. Me impulso y de un salto ya estoy dentro, casi tumbo la vela en la cornisa.

Me quedo muy quieto, no oigo nada.

Avanzo unos pasos y escucho una respiración acompasada. Hay alguien durmiendo en aquella cama.

Me acerco sólo un poco, está de espaldas. Lentamente pongo una rodilla en la cama y ésta rechina.

— ¿Lionel?— escucho su voz. Me quedo quieto esperando que se levante pero no ocurre. Creo que está dormida.

Me acerco con menos temor y puedo verla. Se ha quedado dormida esperando a su esposo.

Me da coraje ¿Qué hombre es tan estúpido para dejarla esperando?

Se mueve un poco y me agazapo tras ella. Siento el olor de sus cabellos, puedo ver la forma de su cuerpo. Está tan cerca... debo marcharme. Por su bien es mejor que me vaya.

No deseo ser el que le traiga esas noticias, no me gusta ser portador de tristezas.

A la tenue luz de la vela su perfil me parece aún más hermoso y toda ella, tan delicada, frágil... tan mujer.

Entonces un profundo deseo surge de mi pecho. Quiero ser el hombre por el que espera. Con todas mis fuerzas quisiera ser quien robara su inocencia. A pesar de ser tan brava, ella es la mujer más fascinante que he conocido, la más hermosa, la única que ha logrado capturar mi atención por completo. Me gusta, si, Karol me gusta mucho y eso no estaba bien.

Me recuesto detrás de ella, dejo caer mi cabeza sobre la almohada. A mis manos vuelve esa sensación de picazón. Mis dedos desean tocarla.

Un dedo, sólo le pondré un dedo encima.

Lentamente voy recorriendo desde su hombro hasta su cintura, acariciando con la yema de mi índice, el contorno de su cuerpo. La razón me dice que debo salir de aquí pero no puedo, simplemente mi cuerpo no obedece esa orden.

Me freno a mí mismo, poso mi mano en su cintura para no seguir.

"Es suficiente Ruggero" me grito mentalmente. "No desees la mujer de otro". "No desees a una mujer casada".

"Sólo un beso" pide a gritos otra parte de mí, una que hasta ahora no sabía que existía. "Nunca más tendrás esta oportunidad", vuelve a tentarme.

"Bien" contesto. Tú ganas.

Será sólo un beso.

Acosador (Adaptación Ruggarol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora