Capítulo 7: Ese camisón

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—Pondremos espantapájaros en las ventanas y entraremos por la chimenea. Tú puedes investigar qué están haciendo— Lionel rebusca en sus bolsillos y me tiende una llave.

¿Investigar que están haciendo? ¿Un grupo de mujeres solas? Si me descubren quizás entre todas me castran.

Aunque... quizás valga la pena el riesgo por saber que piensa la fierecilla de mí.

— ¿Y esto?— pregunto mirando la llave.

—Es de la puerta trasera, la de la cocina. Entras sin zapatos y las espías, cuando veas que están en una situación interesante sales y tocas la puerta principal con cualquier excusa. Nosotros sabremos hacer nuestro trabajo en cuanto te echen de allí— parece buen plan... en teoría.

— ¿Y si me descubren?— pregunto para saber si arriesgarán el pellejo para salvarme.

—No te harán nada. Eres el dueño, no pueden golpearte o podrías despedirlas pero si nos encuentran a alguno de nosotros podrían matarnos o peor, dejarnos sin descendencia— Gaston parece muy seguro de mi integridad pero yo no. Quizás las demás me respeten pero Karol no.

Creo que eso es lo que más me gusta de ella.

—Está bien, voy a entrar— salgo decidido a cumplir mi parte del plan, esto es mucho mejor que las tontas peleas de paintball con mis hermanos. ¿A propósito qué estarán haciendo en este momento? Desde que llegue aquí me he aislado por completo del mundo.

Entro a hurtadillas teniendo cuidado de dejar mis zapatos fuera de la casa, para que no me delaten mis pisadas. La cerradura no hace ruido, parece bien aceitada. Me agazapo todo lo que puedo, casi a gatas. Escucho risitas tontas a medida que me acerco a la sala.

—Quiero otra copa más— chilla alguien, evidentemente ebria.

—Deja eso ¿no te das cuenta que las dejaron a propósito? – es la voz de Karol.

—Deben ser las reservas para la boda— sugiere otra niña.

—Este ron está estupendo— dos de ellas se ríen y parecen muy afectadas por el licor.

—Dejen ya eso tontas. No es ron, acá dice Whisky— les reprende otra voz.

—Ellos no toman whisky, se emborrachan con alcohol industrial— ríen.

—Seguramente se los mandó el patrón.

—Ay ese Ruggero es tan caliente ¿A que no lo han visto?— me sorprendo al oír eso ¿Yo caliente? Vaya. Me han dicho de todo pero caliente, no. Algunas nenas me llaman "tesoro", "bollito de queso" o "Pedacito de cielo", esta última me gusta más.

—Sí Ana, es muy guapo— dice otra. Creo que esto ya me está gustando, es muy difícil saber lo que gente piensa de nosotros y si ellas están ebrias evidentemente sólo dicen la verdad.

— ¿Guapo? ¡Es un engreído!— dice furiosa la berrinchuda, mi autoestima empieza a decaer.

—No es cierto, no es engreído yo lo he visto conversar con los chicos, parece que se llevan bien— me defiende otra de ellas.

—No se porta como un patrón.

—Por eso es tan sexy. Yo tampoco me portaría como una trabajadora. He querido entrar a la casa grande aunque sea limpiar pisos pero Antonella no me deja— se queja una de las muchachas ebrias.

—Anto dice que no tienes buenas intenciones— le reprocha Karol.

—Claro que no las tengo ¿Quien tendría buenas intenciones con ese Ruggero? Si está para comérselo.

Sé que soy simpático pero nunca creí ser un "desata pasiones". Interesante, ojalá fuera Karol la que hablara así.

—Ya deja de ser tan arrastrada— le reclama mi berrinchuda.

— ¡Sería tapete si él me lo pidiera!— todas empiezan a reír a carcajadas, incluso Karol. Yo siento que me sonrojo.

—Hablando de cosas calientes, queremos que nos muestres tu lencería. Anda, queremos ver lo que te vas a poner mañana en la noche— piden a coro.

—Oigan, eso es privado— les responde la sensual morena.

—Somos tus amigas, vamos. Si, anda— muchas voces se unen a la petición.

—Está bien. Espérenme un momento— la escucho caminar hacia su habitación, quiero seguirla pero me contengo. Creo que este es el momento de llamar a la puerta, los muchachos deben tener sus bromas listas.

Salgo sigilosamente, vuelvo a ponerme los zapatos y camino dando un gran rodeo hasta la puerta de la casa.

A lo lejos veo moverse entre las sombras a los traviesos.

No sé qué les diré a estas niñas ebrias. ¿Qué pensarán si llamo a estas horas? Aquí en el campo las diez de la noche es tardísimo.

Golpeo la puerta con mis nudillos. Escucho vocecillas agitadas dentro. De un tirón alguien abre, son muchos ojos los que me miran. Creo que hay más de diez muchachas mirándome con atención.

—Buenas noches— digo con toda la cortesía que puedo. Siento que me miran raro, no son muy buenas para esconder sus intenciones.

—Señor Pasquarelli. Pase por favor— dice una pelirroja.

—Gracias. Sólo pasaba a decirle a la novia que mañana vendré por ella para llevarla en mi auto hasta la capilla y estaré en el altar representando a mis padres como su padrino. Para mí será un honor— tengo las mejillas ardiendo. Apenas me lo he inventado, en realidad sólo tengo que hacer bulto en la iglesia, no tenía que venir por ella. Me pongo nervioso cuando descubro a una de esas muchachitas mirando mis zonas íntimas.

— ¿Quién es?— escucho la voz de Karol.

Mis ojos casi se salen de sus cuencas. Tengo que agarrarme del marco de la puerta para no caer.

Ella trae un camisón blanco. No es pequeño ni apretado pero si totalmente transparente.

Un extraño escalofríos me recorre. Apenas puedo admirarla unos segundos porque la fierecilla pega un grito y regresa corriendo a su habitación.

—Parece que Karol se asustó. Le daré su mensaje señor Pasquarelli— una rubia regordeta acerca su mano a mi camisa y juguetea con uno de mis botones. Las demás no se atreven a nada, sólo sueltan risitas tontas.

—Por favor llámenme Ruggero, no me gustan las formalidades. Gracias y buenas noches a todas. No se desvelen— guiño un ojo. Doy unos pasos hacia atrás antes de darme vuelta. Siento sus miradas puestas en mí, la puerta aún no se cierra.

Camino en la oscuridad hasta escuchar algunos gritos masculinos y agudos chillidos. Creo que la broma de los muchachos a ha comenzado pero no tengo intención de quedarme a observar.

He tenido suficiente por esta noche.

El recuerdo de ese camisón me quita el sueño. No logro dormir hasta la madrugada.

Acosador (Adaptación Ruggarol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora