Capitulo 2: Hace mucho tiempo

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Abrí la puerta de mi casa tranquilamente, me sentía exhausta y aburrida, ¿qué podía hacer en esa gigantesca casa?

Fui a recostarme en la cama de mis padres a dormir un poco mientras pensaba que podía hacer…

El timbre de la casa había sonado y sentí como me despertaba de una manera muy incómoda, “¿Quién puede ser?” pensé, baje las escaleras y vi por la ventana que no había nadie. Debieron de haber sido esa clase de niños que cuando tocan las casas huyen para que no los atrapen. Volví a subir los escalones para volver a mi sueño pero apenas me había vuelto a acostar y volvió a sonar el timbre. Volví a bajar las escaleras y nuevamente no había nadie. Abrí la puerta para gritarles a esos niños que dejaran de molestar y una vez que abrí la puerta estaba un muchacho, de ojos grises de pelo alborotado y oscuro. Era bastante atractivo. Cuando me vio no pudo evitar sacar una pequeña sonrisa. Me sonroje y también sonreí como una tonta.

-Angel Smith?- dijo tímidamente

-si?- tartamudee

-soy Abel Coleman- me extendió su mano y cuando la tome estaba muy fría, me recorrió un escalofrió por la espalda y en eso se me quedo viendo a los ojos-nos conocimos, hace mucho tiempo…

Después de un tiempo el estaba dentro de mi casa, trate de quitar todas las sabanas y ponerlas en un rincón, le había ofrecido café y nos habíamos sentado en la sala, el no dejaba de mirarme.

-¿de dónde dices que nos conocemos?- pregunte tratando de evitar un incomodo silencio

-hace mucho, en el bosque de atrás del fraccionamiento

Raramente sentía que si lo conocía pero no lo veía en mis recuerdos ni en mi mente. Esta seria la primera vez que lo veía.

-¿Qué paso contigo?- me pregunto- hace mucho que no sé nada de ti-dijo con un tono triste

Pensé que se refería a después de que mis padres habían fallecido y no pude evitar soltar un suspiro en señal de que no había sido nada bueno.

-me fui a la cuidad de Los Ángeles, mi sirvienta fue la que me crio a partir de ese momento y me gustaba mucho mi vida, hasta que volví aquí y ya no fue lo mismo, me siento muy sola.

Al momento de que dije eso se paro y se fue en mi dirección y me abrazo, ahí estaba ese abrazo de bienvenida que había esperando desde el día de ayer, ahí estaba ese abrazo de cariño, de que alguien estuviera feliz de que había vuelto a donde todo había comenzado.

Se separo de mí y me vio con ternura y amor, acarició mi mejilla mientras mis lágrimas salían de mis ojos.

-es hora de irme- dijo alejándose en dirección a la puerta

-no te vayas!- grité

Se paró a medio camino y me dio tiempo de ir a abrazarlo. Olia muy bien, su cuerpo fornido estaba algo duro, pero no quería dejarlo ir. No tenía sentido dejarlo ir si era la única persona que estaba alegre de que volviera, era la única persona que ahora “conocía” pero si él me recordaba era suficiente para mí.

-quédate conmigo- dije al momento que el se iba a soltar

-no has cambiado nada Angel, recuerda: “yo siempre estaré ahí”-dijo misteriosamente

-entonces ¿por qué no impediste que me llevaran?- dije sollozando

Tenía lógica que si el siempre había estado ahí ¿por qué no lo había impedido? ¿Por qué no me había dejado quedarme con él? En el fondo sentía que si lo conocía. Era la única persona aparte de mis amigas que al parecer me quería.

Arrastrame a la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora