Décima cuarta taza

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—¿Por qué estás tan de buen humor?

—¿Hay algún problemas con eso?

—Me da miedo—Wesley se estiró soltando un bostezo, sin dejar de mirar la cafetera que parecía que nunca iba a terminar—. Llegaste tarde ayer.

—Sí, salí—siguió buscando en la alacena, entre toda la comida chatarra que guardaban ahí—. ¿Por qué tenemos guisantes? —sacó una lata de ellos.

—Creo que es de Carlos—respondió, no muy seguro.

—¿Quién es Carlos?

—Nuestro compañero, se mudó con nosotros hace dos semanas... Está sentado justo ahí—el castaño señaló por la ventana de la cocina que daba al comedor donde un chico miraba su teléfono mientras se llenaba la boca de pan tostado.

—Ah—Fred frunció el ceño y regresó con su búsqueda tras dejar la lata donde estaba—. Le doy un mes más.

—Haces que se vaya y te quiebro los huesos.

—No sé por qué tenemos que tener a alguien, estamos bien los dos. Podemos utilizar la habitación en algo más interesante—tomó una bolsa de M&Ms vaciándola en un bowl, después de eso, comenzó a retirar los de color amarillo.

—No pondremos un casino, Fred.

—Podría serme útil como un estudio—se encogió de hombros.

—Si vas a crear, vas a crear donde sea... ¿Si sabes que todos saben igual?

—Creo que, más que una ridiculez ya se formó una costumbre—se excusó observando bien lo que estaba haciendo—. Ok, ahora regreso—puso punto final y tomó el bowl.

—¿Trajiste a alguien?

—Si.

—¿Ella? —Wes enarcó una ceja.

—Si—dijo un tanto confundido por la reacción de su mejor amigo.

—¿No crees que es mucho? Digo, para ser tú. Creo que es la sexta vez que ella está aquí en menos de un mes.

—Mmh...—Fred frunció el ceño; pensando y tratando de recordar por qué las cosas eran así—. No lo sé, Wes. Solo me llama o yo la llamo a ella, y pasa. ¿Cuál es la gran cosa?

—No lo sé, dime tú.

—No creo que pase a más de una aventura divertida—se mostró confiado—. Está loca, demasiado para llegar a ser algo serio.

—¿Y quién dice que no pueda aplicar el: No eres tú, soy yo, contigo? —bromeó recordando lo inquietante que era para Fred saber de todas esas ocasiones en las cuales ella parecía destrozar hombre en el mismo lugar.

—No si yo lo hago primero—le guiñó el ojo con gracia y salió de la cocina—. Hola, Carlos—dijo sin mucho cuidado y fue a su habitación.

Entró con cautela, muy diferente a como llegó. Intentó no hacer mucho ruido y cerró la puerta detrás de él procurando que ella no despertara; no eran más de las siete de la mañana pero no se sentía cansado como pasaba habitualmente, estaba despierto desde hace casi más de una hora si se ponía a pensar en ello pero tenía tanta energía que podía salir a correr un maratón sin problemas.

Dejó el bowl con chocolates en un extremo de la cama y acercó su silla del escritorio a ella, se sentó ahí y tomó su cuaderno y lápiz con los cuales se había entretenido en todo ese tiempo que estuvo sin sueño. Colocó en su boca una pequeña linterna que le ayudaba a ver con claridad pues el Sol apenas si se asomaba y continuó dando detalles a aquello que había sido producto de una fugaz inspiración.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2018 ⏰

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