Cuarta taza

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—Quiero hacerme un tatuaje en la muñeca, ¿qué dicen? —dobló la manga de su suéter para dejar ver su pálida piel donde quería hacerse un dibujo con tinta—. Fred, tú podrías hacerme un diseño—Oliver levantó la mirada para verificar si el rubio le escuchaba. Frunció sus cejas cuando se dio cuenta de que no.

Oliver miró a Wesley con desgano quien se encontraba sentado frente a él en esa pequeña mesa que estaba al centro del café; éste solo rodó los ojos al momento en el que le daba el primer sorbo al chocolate caliente que Fred le acababa de entregar.

—Esto me está inquietando— habló de nuevo Oliver. Tomó su cuchara para el postre y comenzó a golpearla contra la mesa con un poco de desesperación.

—Se está involucrando demasiado—respondió Wes.

Ambos castaños siguieron la línea de la mirada del rubio y ésta llegaba a la chica morena que bebía su café en la misma mesa de siempre. Con un gorro sobre su cabeza mientras veía algo en su teléfono celular sin muchísima preocupación; había llegado junto con un chico enorme y con cabello rizado, pero éste se había marchado desde hace a varios minutos, como siempre.

—Pobre gordito— murmuró Oliver solo para ellos sintiendo pena por el chico que había salido con una muy mala expresión de ahí.

Wesley suspiró, levantó su brazo y chasqueó sus dedos frente al rostro de Fred haciéndolo reaccionar.

—Si voy y le saco información, ¿dejarías espiarla por la paz?

El rubio frunció sus cejas un tanto confundido y después bufó al notar la seriedad en las palabras de su mejor amigo.

—¿Tú? —se burló—, si, como no.

—Hablo en serio.

—Bien, quiero ver que lo hagas.

Wesley suspiró—: Bien—se puso de pie arrebatándole el bolígrafo que el rubio tenía en su oreja, le quitó el pequeño cuaderno que ésta vez llevaba en el bolsillo de su camisa y el pequeño trapo blanco que colgaba del bolsillo trasero de su pantalón—. Ahora regreso—informó dejándolos en silencio.

Atravesó el lugar con cuidado para poder pararse justo al lado de la mesa donde la chica estaba. Aclaró su garganta para llamar su atención; ella levantó su mirada lentamente y frunció sus pobladas cejas ante eso.

—Buenas... tardes— dijo con un poco de duda al ver por la ventana y percatarse de que aún había Sol afuera—. ¿Podría hacerle una pequeña encuesta? Es para mejorar nuestro servicio—mentiría si no dijera que repasó esa línea desde que Fred se quedó embobado viéndola.

Ella rió y asintió lentamente—: Claro—miró la pantalla de su teléfono—, ¿podría ser rápido?  Tengo que irme.

—Bien— Wesley sonrió y levantó ese pequeño cuaderno como si ahí estuviesen las preguntas—: ¿Cada cuánto viene a este lugar? —fue lo primero que se le ocurrió.

—No lo sé, creo que una vez por semana.

—Una vez por semana— repitió él fingiendo que escribía—. ¿Por qué?

—Me gusta el café— respondió no muy segura de la pregunta.

—Le gusta el café—repitió él—. ¿Se podría decir qué es una rutina?

—Sí, supongo que sí, el ambiente es bueno, es agradable estar aquí. Si tuviese más tiempo estaría aquí todos los días.

—Bien— mordió su labio aparentando que plasmaba todas las palabras de la chica—. ¿Ocupación?

—Estudiante.

—¿Edad?

—Veinte...—soltó con duda.

—¿Nombre?

Ella rió—: Maggie Mae.

—¿Maggie Mae? —preguntó él, la chica asintió al mismo tiempo en el que se ponía de pie—. Okay...—se mordió la lengua para evitar reír—. Gracias—guardó rápidamente el cuaderno en el bolsillo de su pantalón—. Buen día— ocultó sus manos detrás de sí mismo.

Maggie le miró con un poco de confusión pero solo se limitó a sonreír—. Buen día—soltó un poco incómoda. Tomó sus cosas y, tras darle una última mirada a Wesley cuando llegó a la puerta, salió de ahí.

Wesley respiró hondo y regresó donde sus amigos quienes le miraban un poco sorprendidos, pues parecía que la chica había salido huyendo de él.

—Según los hechos, yo deduzco que es una prostituta que usa nombres falsos para sus clientes—dejó caer el cuaderno sobre la mesa mostrando los garabatos que había hecho y tomó asiento nuevamente.

—¿Qué? —Oliver rió.

—¿Qué te dijo? —susurró Fred tomando una de las sillas para poder sentarse sin importar que tenía que estar trabajando.

—Dijo que se llamaba Maggie Mae—respondió con bastante ironía—. Maggie May es una canción que habla de una prostituta pero en la versión de The Beatles es Maggie Mae—le dio un sorbo a su taza de chocolate.

Oliver miró a Fred esperando alguna reacción. El rubio sonrió.

—O le gusta jugar con los nombres solo porque sí o...—buscó dentro de su bolsillo la hoja donde escribía los nombres que ella utilizaba—,  o tiene un trastorno de personalidad múltiple y cada una de ellas sale con un hombre diferente.

—La segunda opción es convincente— dijo Oliver muy emocionado—: ¿Y si hablamos con alguno de esos chicos que ha bateado?

Fred le arrebató el bolígrafo a Wesley—: Eso podría ayudarnos a llegar al fondo de esto.

—Solo causé que quisieras saber más, ¿cierto? —habló Wes de mala gana.

Oliver se burló de él. Fred solo acarició el cabello del chico como si le agradeciera tal cual perro y sonrió sabiendo que su mejor amigo terminaría involucrándose tarde o temprano. Después escribió:

Sábado 21 de enero – Penny Lane

Domingo 29 de enero – Amanda

Sábado 4 de febrero – Maggie Mae

Cuanto menos sepa, mejor [ACR Precuela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora