Visita

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—Oye, ¿No escuchas algo? —preguntó Leo a su amigo André, apuntando con la linterna hacia él.

—Yo no escucho nada —respondió.

—Te juro que escuché algo como unos pasos.

—El lugar te está volviéndo loco. Mejor ya vámonos, nos vamos a meter en problemas —André se dirigió a la salida.

—No seas cobarde, no nos pasará nada.

—¿Qué hacen aquí? —Dije bajando las escaleras.

Los dos jóvenes se pusieron pálidos.

—¿¡Lo ves!? ¡Ahí está! ¡Dios santo! —gritó espantado uno de ellos.

—¡Corre! ¡Salgamos de aquí! —tartamudeó el otro mientras trataba de correr, pero las piernas de ambos temblaban y se caían a cada paso.

No sabía por qué pasaba eso, hacía tiempo que nadie venía a visitarme.

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