Heaven'S Garden

VII: Cristal

Su bolso de mano se movía junto con sus caderas, mientras que su vestido negro que enseña sus piernas  resaltaba de la gran alfombra roja que cubre el suelo de la mansión.

Su lápiz labial acentúa el contorno de sus labios, cuales al abrirse revelan su su blanca sonrisa, probablemente esperando una de mi parte.

—¿Qué hace aquí?

—Debo hablar contigo, hijo mío.

Los ojos de la hermana Marianne abrieron, igual como cuando nos vio llegar.

—Es algo muy importante. —Respondió mirando hacia las paredes de la mansión con cierto disgusto.

—¿Por qué viniste sola? ¿Donde está mi padre?

—Tuvo que ir a Chicago. Cosas de trabajo.

—Entonces pudo haber venido Teresa.

—¿Quién es Teresa?

—Nuestra ama de llaves, mamá.

—Si quieren algo más de privacidad, pueden usar el salón de las hermanas. —Interrumpió Marianne.

—Me parece bien. ¿Donde está ese salón? —Preguntó mi madre.

—Enfrente de la escalera, las puertas obscuras en medio del pasillo.

Abandonamos a la hermana Marianne. Mamá, no agradeció la ayuda de Marianne, y de tal manera subimos las escaleras sin dirigirnos palabra alguna.

Una vez dentro del salón de las hermanas tomamos asiento frente a la gran mesa redonda del centro, ella se sentó a mi lado en una de las siete sillas que la rodean.

—Es extraño volver a verte. —Dijo ella.

—Lo sé, también tengo esa sensación.

—Y en cierto modo, creo que te extrañaba.

—¿Tiene algo que decir?

Mamá tomó un espejo de su bolso, pude notar sus uñas rojas, rojas como la sangre de la rata que dejé en su bolso el día que me trajeron aquí.

Comenzó a mirarse al espejo.

—Es tu padre, quiere llevarte de vuelta a la mansión.

¿Es cierto...? ¿Me ha dado una oportunidad?

—¿Eso es en serio...?

—Así es, se arrepiente de haber tomado esta decisión tan drástica. Traerte a esta cabaña que se atreven a llamar mansión parece un enorme castigo para ti.

—Lo ha sido, es verdad.

—Pero lo que yo pienso, es que deberás pasar el verano aquí dentro.

—No lo dice en serio.

—Lo hago.

Dejó su espejo en la mesa, y clavó su mirada en la mía.

—Lo que hiciste causó revuelo en toda la ciudad, nos demandaron, y tú reputación y la de toda la familia se caen a pedazos desde entonces.

Ella suspiró, para luego mirar al techo y perder su vista hacia la pared cubierta de cuadros.

—Incluso Frederic sufre las consecuencias. Lo oigo suspirar en medio de la noche, mientras susurra tu nombre, seguido de una suplica a Dios por que cambies.

Padre...

—Lamento si soy franca contigo, pero deberás sufrir en este agujero hasta que...