Fué el momento más aterrador de toda mi vida.
Su cuerpo yace frente a nosotros consumido casi en su totalidad, cubierto de moscas y demás insectos, secretando viscosidad de varias zonas de su cuerpo. Pero al mismo tiempo se encuentra justo detrás de nosotros.
Sosteniendo su delantal blanco en su mano izquierda se acercó a su propio cadáver, volviendo a cubrir su rostro con aquella manta.
—Les hice una pregunta, niños. ¿Qué hacen aquí? —Volvió a preguntar, con cierto tono de enfado.
No pude responder. Sentí miedo, no, horror al verla acercarse a nosotros después de estar justo frente a ella.
Retrocedí un par de pasos, y con ello noté que Esperanza está justamente observandome a los ojos.
—Joven Farmiga...
—¡Silencio! —Grité.
Aún retrocedía hasta el punto en que mi espalda golpeó la puerta.
Una gota de frío sudor recorre lentamente mi rostro a tiempo con una lágrima asustadiza. Entonces, frente a mí apareció una vez más.
—Ya es suficiente el tormento... —Donovan habló, al tiempo que se interpuso entre ella y yo.
Giré mi cuerpo para mirar hacia la pared cabeza agacha. Disimuladamente tomé el pañuelo de mi camisa y comencé a secar mi rostro, intentando así no enseñar mis debilidades.
Nunca me gustó demostrar lo sensible que puedo llegar a ser.
Después de un largo respiro me sentí listo y decidido. Decidido a dar cara la situación. Decidido a acercarme a Esperanza.
Tomé un pequeño trozo afilado del espejo de mano de Juliette, enseñándolo a Esperanza. Fué entonces que ella abrió los ojos, en forma que parecía estar anonadada, sin poder creerlo.
Nunca supe si sentía aquello en realidad. Nunca supe si ellos logran percibir sensación alguna.
—Esperanza... Acabo de cometer un error. Al parecer...
—No es un error, joven Farmiga.
De pronto, ella comenzó a recitar una dulce melodía. Cantaba en tonos agudos una canción que jamás había escuchado antes, la cual representaba cierta agonía según su letra y su voz.
—¡Silencio!
Esperanza dejó de cantar en ese mismo instante.
Otra cosa que jamás logré entender era aquella disposición que los espíritus tenían siguiendo órdenes de los vivos. Es casi como si estuvieran a nuestra servidumbre, pero no en nuestro plano físico como tal.
—¿Existe algún modo de remediar esto? —Preguntó Donovan.
—Les explicaré, lo prometo...
Dijo ella en tono bastante serio, casi perdiendo la verdadera escencia de la tierna Esperanza que conocía.
—pero primero debo hacer algo dentro de la mansión. —Continuó.
—¿Es acaso una última voluntad? —Pregunté.
Recordé la razón por la que me enviaron a Heaven'S Garden. Debía redimir mis errores, y ayudar a los demás sería un muy buen primer paso.
—¿De qué serviría? Jamás lograrás el descanso eterno si tu cuerpo sigue pudriéndose dentro de ese cuarto.
—Sé como arreglar ese problema. Pero primero, quisiera dar un paseo por la mansión.
—No.
Donovan se interpuso entre Esperanza y la puerta de la habitación. El espíritu se fijó en mí, creo que intentando hacerme sentir tenso.
—No tienes el permiso de verme a la cara. —Dije mientras volví mi vista a Donovan.
Y entonces exigimos una vez más, los pasos a seguir para poder arreglar esta situación. Pero Esperanza se negó, al igual nosotros lo hicimos con su petición de ir a la mansión.
—¿Cuáles son tus motivos de ir a la mansión? ¿Quieres cumplir algún cometido?
—Justicia... para mí, y para todas...
Y fué un parpadeo, el que bastó para perder de vista a Esperanza.
Desapareció entre esas cuatro paredes, haciéndome perder un poco la cordura. Donovan estaba ahí, lo que significaba no podía hacer escándalo.
—Ella sigue aquí, ¿No es así?
Él caminó hacia la puerta del comedor, casi saliendo de la habitación.
—Ha permanecido aquí por muchos años. Y así será, hasta que este lugar se derrumbe.
—¿Y cuando eso pase?
—Dios la juzgará.
Salimos del salón comedor, caminando una vez más por el camino de tierra rodeado de la arboleda sin vida, que cada día que pasa parece más obscuro, mientras que la neblina la inunda a su lejanía.
Y una vez más sentí un cosquilleo en mi espalda baja, que otra vez me hace querer volver a adentarme a las entrañas del bosque.
—¿Otra vez vas a perseguir la luz?
—¿Luz?
—Cuando me abandonaste hace unos días. Cuando corriste señalando la luz que no podía ver.
Giré la vista hacia cada dirección buscando aquella luz.
No recuerdo su color, o si tenía alguna forma en específico. Solo recuerdo correr sin mirar el suelo que pisaba, al mismo tiempo que el cosquilleo se vuelve más intenso, mientras este baja hacia mis piernas.
Recordé despertar en mi cama al día siguiente. ¿Cómo llegué allí? Jamás lo supe.
—No me dejes ir. No me permitas abandonarte.
—No puedo negarle el deseo a nadie, Aníbal. Es lo malo de no poseer el control de si mismo.
—Por favor...
Comencé a cegarme, quería adentrarme en el bosque una vez más.
Cerré los ojos, gritando hacia mi sentido común rogando por detenerme, pero nada. Intenté frenar mis piernas, pero estas parecían tener vida propia. Llamé a Donovan pidiendo su ayuda, pero no la recibí. Mis oídos detectaron un pequeño susurro, que con el cuál decidí abrir mis ojos otra vez.
Tropecé con una vieja raiz grisácea, y me ayudó a salir del transe.
El susurro desapareció, no sin dejar en mi cuerpo el sentimiento de que alguna presencia entre medio de los árboles se mostraría ante mi.
Los codos de mi traje se ensuciaron, al igual que mis rodillas y mi rostro, pero el dolor de mis extremidades, al fin y al cabo, fué lo que me hizo comprender que debía volver lo antes posible a la mansión. Antes de sentir ese cosquilleo una vez más.
El camino de tierra estaba solo a un par de metros. Cuando llegué a él, ví a Donovan casi desapareciendo entre medio de la neblina, lo bastante lejos como para solo distinguir su silueta.
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Heaven'S Garden
Misterio / Suspenso-¿Cuál es el sentido de querer conocer al respecto de artefactos extraños, heridas, abusos, fantasmas y muertes? Su pregunta lo vuelve incómodo. Comienza a usar sus manos para distraerse, y mira a cada rincón del salón con cierta desesperación. -Ust...