VIII: Presencias

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Una lágrima cae por su mejilla, su rostro enrojecido, y su labio inferior está tiritando.

Ha caído devastado en cosa de segundos sobre su cama.

No soy lo bastante cercanos como para consolarlo, tampoco tengo aquella perspectiva de lo que debe estar sintiendo en este momento. Aún así siento que debería darle algunas palabras de ánimo. Pero, ¿como?

—Donovan... yo...

No pude mencionar palabra alguna. La hermana Susan entró en la habitación azotando la puerta, lo que hizo hacerme voltear rápidamente mientras sentí como mi piel se erizaba.

—¿Quién lo tomó? —Preguntó dando pequeños pasos adentrándose en la habitación.

Traté de apartar mi vista de la suya como lo han recomendado. No quisiera ser castigado o que algo malo llegar a sucederme.

—Sé que fue alguno de ustedes. —Añadió, agregando cierta agresividad.

Donovan secando sus lágrimas logró lanzar la fotografía entre medio de las sábanas ocultando de la vista de la hermana.

—¿Podría darnos un tiempo a solas? —Pregunté, mirando a sus pies.

La hermana, avanza por la habitación de rincón a rincón sospechando en que lo que busca podría estar en cualquier parte.

No sé cuáles sean las consecuencias de que descubra la fotografía, ni siquiera puedo imaginar en ello con lo aterrado que me encuentro en este momento. Justo ahora debiera mantener la calma como aprendí por mi cuenta, para que no descubra, ni logre detectar mi miedo.

Sin decir palabra alguna ella se retiró, no sin antes azotar la puerta contra el marco. Entonces Donovan se apresuró a cerrar la puerta con cerrojo, aún con sus ojos rojos por el llanto.

—¿Qué es eso?

Descubrí la fotografía hechandole un vistazo, asegurándome que no estuviera equivocado. Y no lo estoy, una vez lo sostuve en mis manos inmediatamente ví a Esperanza siendo parte de la toma. Entonves me acerco a Donovan con el marco entre mis manos.

—Pon atención a aquella fecha, y a quienes están presentes. 

Después de observar la foto detenidamente fijó su mirada en la mía. Entonces suspiró y miró hacia el techo.

—Supongo que sabes lo que significa.

No quería pensarlo, u oírlo. Pero estaba más que claro.

—Esperanza es... un espíritu.

—Un espíritu que rondará por la mansión cuando se le dé la gana.

Sorprendido volví a mirar el cuadro.

—Es imposible...

—No tienes ni idea de lo que esto provocará.

—¿A qué te refieres?

—Estamos en constante peligro, Aníbal. Y será peor cuando las hermanas se enteren.

—Necesitamos hablar con el padre Jacobo. Él podría de alguna manera.

—No serviría de nada, la mansión es muy grande, y no sabemos cuántas presencias habrá en cada rincón de esta. Cualquier intento de purificar la mansión será un fracaso.

Sentado en su cama se dispuso a pensar, mirando al suelo y al techo incansables veces.

Vale decir que si no encontrábamos solución alguna rápida, todo empeoraría. 

—Esperanza, parece ser quien lleva más tiempo en la mansión. Pero ella es una presencia.

Donovan puso el cuadro entre sus piernas, y volvió a centrar su vista en Esperanza.

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