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POV: Hana
Ni siquiera supe cómo no pude recordarlo, fue como si hubiese perdido la noción del tiempo y olvidado por completo que hoy tenía que haber sacado todas mis pertenencias del departamento. Estaba 100% segura de que en ese momento ya había alguien más dentro de mi antiguo departamento (que realmente jamás fue mío, pero saben a lo que me refiero.) Y ese alguien no era Kibum.
Eran las casi las 11:00 de la noche y yo estaba caminando de un lado a otro enfrente del edificio, con el teléfono en la oreja intentando contactar a mi hermano, pero no atendía por más que insistiera en hablar con él. Me di por vencida al séptimo intento, y no pude hacer más que soltar un pesado suspiro y sentarme en la acera que estaba justo en la entrada.
¿Como pude haberlo olvidado? ¿Por qué me estaba pasando esto?
Justo cuando las cosas comenzaban a ir bien para mi suerte, todo se vino a los suelos. Me preguntaba que clase de crimen había cometido como para merecer tantas desgracias en la vida.
Acerqué mis rodillas a mi cuerpo, abrazándolas mientras sentía el frío aire chocar contra mis brazos descubiertos, ya que ni siquiera tenía puesto algo que me cubriera de el helado clima. Intenté mantenerme serena, pero simplemente no pude hacerlo. Comencé a sollozar, fallando en el intento de hacerlo en silencio.
Sabía que la vida era injusta, pero al parecer el serlo conmigo le parecía divertido o simplemente algo casual. También sabía que el lamentarme y llorar por ello no ayudaría en nada, pero ¿Qué esperaba? ¿Que todo iría bien después de todo? Ahora estaba sin hogar y dudaba mucho mantener mi trabajo debido a mi estupidez por no haber respetado una de las órdenes de mi jefe. Mi simple existencia era un fracaso. La única razón por la que estaba en esa situación era por mi incompetencia para lograr salir adelante por mi misma, por no ser independiente, y ahora estaba sufriendo por eso.
Estuve así por unos minutos, aguantando el frío y llorando como si no pudiera hacer nada más. Pero de un momento a otro, sentí un leve peso en los hombros seguido de una cálida sensación, forzándome a mirar lo que ahora me estaba cubriendo de el frío.
Era un abrigo marrón, que además de cubrirme con calidez, me cubrió de paz. No necesitaba mirar para saber quién era el dueño de ese abrigo ya que me había acostumbrado a verlo desde que comencé con mi trabajo.
— ¿Por qué seguimos encontrándonos justo en nuestros peores momentos? — Escuché a la persona murmurar.
Sonreí levemente al escuchar lo realistas que sus palabras eran. Levanté la vista, observando el rostro neutro de Hyungwon. Esta vez ni siquiera me importó si lucia bien o mal, era lo menos que me preocupaba.
— Lo siento...— Respiré profundamente, limpiando mis lágrimas, intentando ponerme de pie.
— ¿Por qué? — Preguntó él, acercándose y ayudándome a ponerme de pie.— ¿Por que Lo sientes?
