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POV: NARRADOR
Era un lugar muy acogedor, Hyungwon vivía cómodamente ahí al ser extremadamente espacioso, aunque no siempre fue algo bueno. La cocina tenía una decoración aburrida a comparación del resto del lugar, aunque para ser honestos eso no era un inconveniente ya que no solía usarla porque normalmente comía fuera de casa, pero aún así siempre se encargaba de tener Ramen para la cena y un montón de botellas de agua de plástico para saciar su sed. Su refrigerador no tenía imanes o fotos como era de esperar, solo una gran lista de cosas para hacer en el medio.
Era un departamento bastante vasto en uno de los pisos superiores del edificio más caro de todo Seúl, también era el departamento más caro y espacioso, tanto que tenía sala de estar y un despacho con un gran ventanal de pared completa donde tenía las mejores vistas hacía toda la ciudad. Por las mañanas el sol entraba por ese punto e iluminaba todo el lugar y podías observar a las personas caminando apresuradamente con ganas de ir a trabajar o llegar a la escuela a tiempo. Por la noche, el cielo estaba bordeado por la brillante luz de las estrellas, pero había algo que hacía que el lugar se viera aún mejor; y eso eran las bellas pinturas de Venus, Saturno, Júpiter y el resto del sistema solar en el techo del lugar. Tenía un inmenso televisor con pantalla de plasma en la sala, pero no lo usaba con frecuencia.
¿Como pudo la soledad apoderarse de ese bello lugar de esa forma tan profunda? Solo había una respuesta para ello, y Hyungwon la conocía perfectamente. Era un lugar estéticamente mágico, pero la persona que estaba viviendo ahí, o mejor dicho, respirando en ese lugar, era la versión humana del sustantivo abstracto de la soledad.
Y esa persona era Chae Hyungwon.
Hyungwon entrecerró los ojos cuando el sol se asomó entre las rendijas de las cortinas. Sus ojos inmediatamente se dirigieron hacia el reloj digital en la mesa de noche mientras parpadeaba varias veces. Rodó los ojos y tiró la manta a un lado, levantándose pesadamente de la cama, sin duda la parte más dura de cada uno de sus días era levantarse en las mañanas.
Después de cepillarse los dientes, se puso un par de pantalones negros y una camisa marrón de cuello alto. Se dirigió a la cocina para tomar su café de la mañana con la intención de despertarse más, se puso de pie delante de la ventana dandole vistas a la ciudad, con una mano agarrando la taza y la otra mano en su bolsillo.
En el lugar se podía sentir el frío sofocante de la soledad, no obstante, Hyungwon siempre fue una gran persona.
En los últimos años no había nada que lo hiciera sentir calidez, y por lo tanto tenía que recurrir a cosas como bebidas calientes o abrazarse a si mismo en el sofá por las noches mientras veía algún documental acerca de la naturaleza.
Hyungwon observó desde la ventana a un grupo de estudiantes pasar, ese grupo consistía en 6 chicos quienes bromeaban entre ellos. En ese momento, por primera vez ese día, y posiblemente esa semana, él sonrió.
