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POV: Hana
Me desperté aturdida y con un horrible sabor en la boca. Apenas y era capaz de ver con claridad, el dolor punzante en mi cabeza hacia que mi visión fuera terrible.
— Mi cabeza... — Chillé, sentándome en la cama y tirando de las sábanas hasta cubrirme el rostro, dejando mis pies expuestos.
Unos pasos se escucharon por la habitación, haciéndome sentir asustada al instante. Quite la sabana de mi rostro y lo primero que vi, fue una figura.
— ¡Aaaaaaah! — Grite tan fuerte que la persona dio un brinco, entorne los ojos para poder ver mejor.
Hyungwon mantuvo el equilibrio de la bandeja que sostenía mientras me miraba, sorprendido, con los ojos muy abiertos.
— ¡¿Qué estás haciendo en mi casa?! — Le grité, totalmente confundida. Él levanto una ceja.
— ¿Tu casa? — Hablo, rascándose la parte posterior del cuello, mirando al suelo.— No te permití dormir en mi cama para que me hables así... — Murmuró.
Mi mano serpenteó sobre la cama hasta la mesita de noche para agarrar mi teléfono, pero, no estaba allí. Giré la cabeza para encontrarme con una mesita de noche diferente a la que estaba acostumbrada a ver cada que despertaba, era de madera oscura y más pequeña que la que estaba en el departamento donde vivía.
— ¿Dónde estoy?
— Ahora te das cuenta... — Susurró, acercándose y colocando una bandeja sobre la mesita de noche.— Voy a ir al trabajo, deberías tomar estas pastillas para que se te pase la resaca.
Dijo Hyungwon para después caminar fuera de la habitación, como si yo quedándome en su casa no fuera nada raro.
— ¿Estás... — Comencé y él se dio vuelta.— Confiándome tu casa?
— Sí, no es como si no hubieras estado aquí antes. — Dijo simplemente y con eso, salió de la habitación, dejándome mirar con los ojos muy abiertos como las puertas se cerraban.
¿Como era posible que me confiara su hogar? ¿Era uno de los efectos de ser su asistente personal?
Era demasiado extraño. Y aunque ya había estado ahí antes, las circunstancias eran totalmente distintas esta vez, ya que no era por el trabajo o porque él estuviera mal. Cerré los ojos y los eventos de la noche anterior llegaron en flashbacks.
Idiota. Hana, eres una idiota. Ahora pensara que eres una chica desesperada y alcohólica.
Miré a mi alrededor, viendo paños húmedos al lado de la cama y algunos recipientes llenos con agua fría ahora. ¿Él... había estado cuidando de mí mientras estaba durmiendo?
Me puse de pie rápidamente, estremeciéndome por el fuerte dolor de cabeza. Ese era el momento en el que juraba no volver a beber una gota de alcohol, cosa que nunca cumplía después de todo. Caminé en busca de mi teléfono pero antes de que pudiera irme, mis ojos se posaron en la bandeja al lado de la cama.
