10. Rumbo al sur

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Domingo…
Me levanto agobiada, anoche no pude dormir muy bien, alrededor de las 3 de la mañana me desperté y ya no pude dormir hasta pasada las 7. Esas horas de insomnio fueron terribles, mi cabeza no paró de dar vueltas de un lado a otro, realmente no tengo la misma motivación que creí tener ayer y me siento muy frustrada. Perdí todo lo que era importante en mi vida, la pasantía que tanto me esforcé por lograr me parece algo insignificante a comparación de todo lo demás. El departamento se siente vacío y ridículo sobre todo si pienso en que logré mudar tras 2 meses de sacrificar mi vida en un trabajo de más de 12hs de lunes a lunes que obtuve para no pensar en cómo arruiné mi vida.
Se que vine a tomar el control, sé que no debo escapar más, pero todo lo que arruiné no lo voy a recuperar jamás, estoy sola y a la deriva otra vez, siento que puedo caer en cualquier momento.

Le mando mensaje a Martin mientras me sirvo un café y busco alguna fruta en la heladera. Realmente no me apetece comer ninguna y el café termina convirtiéndose en un vaso de Fernet, hace mucho que no desayunaba alcohol, mis tíos hubieran enloquecido si me veían hacer eso, realmente me hubieran internado, pero después de una noche como la que tuve necesito esto.

Supongo que es normal sentirme así, días buenos… días malos, es todo parte del mismo juego, uno no puede escaparse de eso. Hoy me tocó dudar, sentirme fuera de eje pero lo importante es no decaer.

La charla con Martin es reconfortante en muchos sentidos pero me llena de nostalgia, extraño su estúpida forma de hacerme sentir cómoda, su sencillez y la manera en la que parece nunca estar inconforme con la vida, limitarse a vivir lo que te toque pero sin dejar de pelear.
Supongo que también extraño esa mirada, la que me decía que no iba a terminar sola la noche, que no importa que tan mierda fuera mi día al final iba a terminar riendo en su cama después de un poco de diversión.
No, no me gusta, no de la forma romántica, pese a nuestra intimidad física el es un buen amigo y eso es algo que acá ya no tengo.

Graciela y Óscar encontraron rápidamente un reemplazo para mi, es divertido ver cómo divaga entre lo linda que es su nueva compañera y lo mal que le cae su forma de ser.

El día transcurre con una exasperante tranquilidad mientras estoy recostada en el sillón. Escuché música, intenté leer un libro que me regaló mi prima, Vi una película, fumé, tomé, lloré y sonreí mientras recordaba.

A eso de las 4 de la tarde decidí salir de casa porque temí por salud mental si pasaba un minuto más en ese departamento.

Mientras camino por las calles del barrio pienso vagamente que en realidad la casa de Sami no está tan lejos y que quizás podría pasar a verla. Pero la cobardía me supera y termino pidiendo un café y unos tostados en una cafetería que encontré.
El café es deliciosamente reconfortante y los tostados me recuerdan que debo organizarme con las comidas ya que esto es lo primero que ingiero en el día.

-¿Cómo se empieza una charla con una extraña que te resulta linda sin una frase típica o arrogante?- levanto la mirada algo desconcertada por la repentina voz de un chico, pero termino por sonreírle ya que fue agradable la forma en la que me habló.

-Supongo que con una pregunta sincera pero original, con eso ya tendrías un buen comienzo.

-¿Y como lo consigo?

-Ya lo hiciste.

Me sonríe triunfal y ya sé que esto va a terminar en una cama, el logrando su cometido y yo tratando de sentir algo que no es lo que busco pero con lo cual me voy a conformar.

Charlamos un rato, es entretenido en cierta forma y resulta ser, de forma física, mi tipo, por eso dejo que crea que me está seduciendo.

Al parecer su nombre es Franco, es moreno, pelo castaño, ojos marrones, una barba muy sexy y su remera gastada de Viejas Locas junto con un jean rasgado entre lo viejo y lo que está de moda terminan por gustarme más de la cuenta, es la clase de chico que te va a llevar al planeta que quieras, sin compromiso, sin problemas, y con mucho rock de por medio.

ErisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora