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La luz del sol se coló por su ventana, indicándole con insistencia que ya era momento de salir de la cama. Lástima que ella no era una mujer madrugadora, de hecho era todo lo contrario.

En especial esa mañana, en la cual pensar y moverse le dolía.

—Hermana.—la voz chillona de tres chicas adolescentes, con una energía similar a la de un terremoto retumbó en su habitación.

Las dos gemelas se lanzaron en su cama. Mientras la menor de sus hermanas las observaba en silencio desde una prudente distancia.

—Caterina queremos saber todo.—murmuró la gemela mayor Alicia, rebosante de emoción.

—¿Conociste caballeros guapos?.—prosiguió su hermana, Beatrice.

—¿Algún príncipe encantador?.—ambas suspiraron.

—¿Encontraste a tu amado?¿Cómo es?

Ella estuvo a punto de responder pero una vocecita le interrumpió.

—Hermana ¿te encuentras bien?.—Lucy la menor de todas, la observaba detenidamente.

Caterina nunca se había considerado una buena mentirosa, pero por el bien de sus hermanas lo sería, no quería, ni iba arruinar sus ilusiones.

En esta ocasión el destino le había jugado una mala pasada, algo que no sucedería con sus hermanas, las gemelas tendrían la mejor de las presentaciones, ella se encargaría de eso.

—Perfectamente.—respondió esbozando una sonrisa. — aún no pude encontrar a mi esposo, pero sí hay muchos caballeros apuestos.

Las gemelas sonrieron satisfechas y compartieron una mirada cómplice.

—Mamá dijo que Lady Boart te robó parte de la atención de los caballeros. —intervino Lucy y Caterina se tenso.

Sus hermanas la miraron expectantes.

—En realidad no fue así, Lady Boart es una dama encantadora y también está iniciando como yo, nos hicimos muy buenas amigas.—mintió.

—Oh.—exclamaron las gemelas.—¿podemos conocerla?, ¿es tan hermosa como afirma el periódico?

—Claro, podría invitarle a venir aquí alguno de estos días.

—Sería estupendo, qué mejor forma de analizar a la competencia que conviviendo con ella.—Alicia sonrió con malicia. La mayor de las gemelas era una señorita calculadora, una negociante de primera,con una aguda perspicacia para los números y los líos financieros. Beatrice en cambio prefería la calma de una buena lectura veraniega, se refugiaba en las palabras y respiraba el mismo aire que sus personajes favoritos.

Tan diferentes, pero al mismo tiempo el complemento infalible de la otra, Caterina solía pensar que ambas lograban el equilibrio perfecto, Alicia era el acelerador y Beatrice el freno.
Alguna de las dos debía tener algo de sensatez ¿no?

Sonrió conectando su mirada con la menor de sus hermanos, los ojos de Lucy eran dos dagas que la acribillaron sin piedad. Intentando descifrar sus gestos, analizar sus movimientos y buscar en el fondo de su alma. La intuición de Lucy nunca se tomaba a la ligera, mucho menos cuando no podías escapar de su meticulosa mirada.

¡Como ahora! Menos mal escuchó sonidos en el pasillo y supo que el análisis de su hermana pararía.

—A desayunar señoritas.—entró Ana, su doncella tarareando una canción.

Sus hermanas al oír "el llamado de la comida" como ellas lo nombraron, abandonaron la habitación a la velocidad de un rayo, dejándola sola con Ana.

Cómplices del Destino (serie Londres de cabeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora