25(EDITADO)

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FINAL

La adrenalina fluía por mis venas, último partido del año, definía más que nada a nuestro equipo. El balón danzaba por lo aires, caí en brazos de alguno de nosotros para terminar en los de la chico y caer sobre la línea de gol.

Las últimas semanas fueron pura pelea contra el presidente del equipo,aunque Noah tuvo que irse de las instalaciones de la universidad, pudo seguir concurriendo a sus clases y participar en este último partido. Su lejanía hacia mí seguía presente, tratar de testificar que daba algo por hecho no tenía solución, la chico creía que yo fui el que la hundió y así iba a permanecer.

Cinco minutos para que las cornetas chillen en nuestra victoria, cinco minutos para que todo caiga al suelo. Noah, fue derribada por un cuerpo robusto sobre ella, sumándole el resto de cuerpo que se tiro sobre el tipo robusto en busca del balón, sin dudarlo corrí, alejando a esos tipos de encima de Sel, al verla, cubierta de barro y con la respiración pausada, no pude hacer más que gritar en busca de una ambulancia.

La gente dejo de gritar y un silencio horrendo se hizo presente, el doctor apareció y tras revisarla pidió un traslado al hospital, y sin detalles, corrí tras ellos.

Mi llegada al hospital no fue bien recibida por las enfermeras que notaron como manchaba su blanco piso, y luego de bufar muchas veces, me permitieron pasar a la sala de urgencias. Mis compañeros, siguieron en el partido, jugando y terminándolo con nuestra obvia victoria.

Los minutos pasaban y lo único que se escuchaba en la sala era el repiqueteó de mi pie sobre el piso, mis manos iban de mi boca a mi pelo y luego a mi regazo. Mi cabeza no dejaba de maquinar las posibles lesiones que el frágil cuerpo de la chico podría presentar.

Sabía que este no era un deporte de mujer, podía haberse lastimado peor, o siquiera haber muerto por algún golpe. Mi enojo hacia ella por no creerme desapareció en aquel instante, cuando el doctor apareció delante mío, con una planilla para que registre los datos de la chico y sin decir ni siquiera como esta, volvió sus pasos hasta perderse detrás de la puerta.

Parado, a media sala, me dispuse a completar la planilla. A la hora, Dylan y Cole aparecieron en la sala de urgencias con un ramo de flores y un peluche. Fruncí el ceño.

-Es lo único que encontré en el mercado de la 24 hs, hermano, no me culpes -se excusó Dylan. Mi vista voló hasta el doctor que, recogiendo la planilla, empezó a hablarme.

-Usted es... de la joven Noah?

-Soy su primo -dije lo primero que cruzó mi mente.

-Como diga -dijo no muy convencido-, la joven Noah, presenta lesiones en el cráneo causadas por un golpe duro en la nuca, o simple presión sobre la zona. Podría decirle que es milagro que no haya presentados secuelas pero que no podrá salir del hospital sin permiso de algún padre o tutor, si me disculpa.

-Espere -lo detuvo con mi voz, el doctor dio media vuelta y fijo sus ojos en mi-, es posible que Noah tenga problemas a causa del golpe.

-Todo es posible, joven, la idea no se descarta aún -mordí mi labio asintiendo. El doctor se alejo y entré en la habitación sin ser visto. La cabeza de Noah poseía un vendaje y sus ojos permanecían cerrados. He visto esto en muchas películas y sé que me escucha. Creo.

-Hola, Noah -empecé como si le estuviera hablando a un niño pequeño. Aclaré mi garganta y tomé lugar a un lado de sus muslos, en la orilla de la cama. Tome una de sus manos, estaba algo fría-. Dios, Noah -agaché la cabeza y apoyé su mano en mi frente.

-Quien sos? -elevé la cabeza exaltado y una débil Noha me miraba.

-Soy yo, Shawn, Noah.. -la mire espantado y una risa surgió de sus labios. 

-Caíste -suspiré como si no hubiese respirado hacía años. Tenía ganas de llorar, pero me contuve, no me mostraré débil delante de ella, no ahora.

-Me asustaste, Noah, nunca más hagas eso -una pequeña sonrisa permanecía en sus labios.

-Yo estoy enojada con vos, no es así?

-Podría decirse que sí.

-Mmm.

-Puedo darte un pequeño beso? -sus ojos se abrieron con sorpresa pero continúo sonriendo. También lo hice, ella causaba eso en mí.

-Si quieres encorvarte, tal vez no me niegue.

Y lo hice, la besé. Tras ese susto, de otra no quedaba, parecía que ella había perdonado mi falso cometido, pero, y sí lo había olvidado?

La chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora