El favor

70 16 9
                                    

Las semanas avanzaron con una rapidez impresionante, ambos había logrado hacer un lazo pequeño pero especial, ver la ciudad y viajar a las afueras se hicieron parte la rutina. Aunque el momento más agradable era estar en casa de Ludwing, Feliciano cocinaba para él y Ludwing le leía algo de su estante de libros pero llegada las las doce ambos bebían una cerveza en el patio hablando de cosas tan triviales que parecían importantes, a la hora de dormir Feliciano se acostaba a su lado sin que nada más sucediera solo eran ellos dos y el ritmo de sus respiraciones, casi siempre era Ludwing quien se quedaba despierto solo para verle dormir.

....

El domingo se fijaba prometedor, harían una parrillada en el patio y al parecer era por la bienvenida del famoso Roderich quien se suponía llegaría ese día pero una vez más el universo conspiraba en contra de Gilbert pues ahora resultaba que el hombre elegante tomo el vuelo equivocado y ahora se encontraba en Australia, el hombre quería arrancarse la cara pero solo le quedaba ser paciente. La parrillada no se canceló en esa ocasión y la aprovecharon para una reunión de amigos, Ludwing y Feliciano arreglaban el sitio para celebrar e incluso prepararon algunas cosas:

- ¿Sabe bien?

- En verdad eres bueno en la repostería, me encantan los chicos dulces

- A me gustan los dulces...por eso me encanta estar contigo

- hehehe

Decir lo que sentía era solo uno de los muchos pasos que debía dar, Feliciano se había hecho hábito de abrazarle y el alemán adoraba esos gestos, la brecha entre ellos era casi inexistente aunque aún no lograba dar el paso más importante; decirle lo que sentía, que lo quería, que amaba cada gota de su persona y estaba dispuesto a dar todo solo por su compañía mas sin embargo ese paso aún era algo difícil de llevar acabo incluso para Feliciano quien se ahogaba en sus propias dudas, por lo que se esforzaba por transmitir su amor de otra manera

- Oye Ludwing

- ¿Que pasa?

- Vamos a descansar~

- Esta bien, pero solo un poco

Loa dos se encaminaron al sofá para recostarse uno con el otro, el calor que transmitían era bastante reconfortante, no pudieron evitar mirarse ante la evidente oportunidad de decir algo:

- ¿Feliciano?

- ¿Que pasa?

- ¿No te molestaría...si te doy un beso?

- ¿Porque lo haría?...

Se quedo sin aliento, sus manos tenían voluntad propia ya que pronto sostenían el rostro del ojimiel para tenerlo frente a frente, su corazón y cuerpo estaban agitados ante aquel pequeño, estaba muriendo por dentro pero sentía emoción por el momento, el acercamiento se hizo más profundo casi rozando sus narices pero parece que el universo también estaba conspirando en contra de Ludwing pues:

- Hermano ¿sabes donde deje la cartera?

El ambiente se había esfumado y la sensación de valor volvió a ser un grano de arena entre muchas piedras de inseguridad, Feliciano se aparto por la impresión y Ludwing tenía sed de sangre, Gilbert parecía confundido por la expresión aterradora de su hermanito

Nuestros Días [HETALIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora