Aquél Viaje mágico 9/?

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La mañana le recibió con gratitud, era fresca y el sol apenas se dejaba distinguir, Ludwig se había levantado un poco temprano para admirar los canales vacíos en Venecia, Feliciano quien yacía enredado en la sábana daba señales de sentir lo vacío de su cama. Ludwig se dio a la tarea de tomarle una foto en esa posición tan erótica en la que se hallaba, intentaba guardarse ese tipo de fotos para el mismo pero también quería compartirlas con Feliciano en algún punto, tenía que tener cuidado a quien le dejaba esa cámara o se metería en problemas. Regreso a la cama luego de una sesión prohibida de fotos y le abrazó dejando besos en su cuello y uno en la palma de su mano

– Me tienes atado...

Feliciano sintió el terso contacto de sus labios sobre su piel y en automático su cuerpo se estremeció haciendo que se despertara para ver a Ludwig jugar con el rulo de su cabello

– ¿Qué haces?

– Te veo

– ¿Desde cuándo?

– Hace una hora

– Qué madrugador...aún son las 8 ¿Podemos dormir un poco más?

– En realidad quisiera obtener un poco de tu atención

Sus dedos agarraron su cabello con fuerza, amaba sentir esa sedosidad del cabello castaño, tirando de él sin ser muy brusco, sus labios se tocaron una y otra vez, sus lenguas jugaban entre sí, Feliciano aprovecho eso para colocarse encima de Ludwig.

Acabaron el beso con una respiración agitada, Feliciano aprovecho el torso desnudo de Ludwig e hizo un camino de besos desde el cuello hasta el pecho, mordía y lamía los pezones que ahí se encontraban, Ludwig volvió a unirse a su amante en un beso fogoso hasta que en un momento de sincronización ambos se detuvieron y miraron a los ojos:

– Lud...

Se hallaba completamente desnudo encima de él, Ludwig lo agarraba de su cintura, Feliciano se hallaba en la situación de querer llegar a su parte favorita, se rozaba contra la hombría de Ludwig quien correspondía a su provocación, pequeños jadeos y suspiros llenaban el cuarto, en seguida no pudo ignorar más su deseo sexual, Feliciano introdujo el miembro ansioso de Ludwig dentro de sí, amaba esa sensación de éxtasis y humedad que le ofrecía su cuerpo, Ludwig por su parte se sentía una presa atrapado bajo la presión de la persona que amaba, le apretaba sin querer y hacía un escenario perfecto para seducirlo con solo dejar ver su cuerpo desnudo:

- ¿Quieres que me mueva?

- Tu sabes que lo quiero

- Lo sé... Nhg...estás muy duro

- Entonces hazme más suave

Estaba impaciente así que comenzó a saltar sobre el cuerpo que lo dominaba, sus paredes internas le apretaban deliciosamente haciéndolo que Ludwig se derritiera en el vaivén de las caderas de su italiano, su miembro se apropiada de su cuerpo, dejando su forma en cada momento, sentía el orgasmo llegar, un par de embestidas más y se libero de aquella sensación que le quemaba, Ludwig podía quedarse así por el resto del día pero no era posible a esas alturas:

– Te amo

– No seas presumido...

– Y tú no seas tan apasionado

– Tengo hambre

– Yo también, pero ahora hay que ducharnos

– Llévame hasta allá

– Vale, pero me debes un buen desayuno

– Lo haré amore, además hoy saldremos a explorar~

La regadera solo fue una excusa más para darse una batalla de besos con el agua cubriendo sus cuerpos, Ludwig le hizo el favor de lavar su cabello y Feliciano aporto un poco al rasurar su poca pero notoria barba, para Feliciano era poco abitual ver a su rubio novio con barba así que prefería tener una barbilla limpia. Con un desayuno muy rápido ambos se dirigieron hasta una biblioteca muy interesante para Ludwig; el lugar estaba lleno de libros sobre barcos, esto debido a que en Venecia hay Aqcua Alta y los lugares se inundan con rapidez así que el dueño optó por ese método tan único, si bien algunos libros se estropearon también les dio un uso práctico al apilarlos todos formó una escalera de enteramente libros; Ludwig de verdad disfruto de leer varios muy buenos, incluso algunos de autores poco reconocidos pero con grandes ideas.

Nuestros Días [HETALIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora