Capítulo tres

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Era domingo, el día de la competencia.

Me levanté temprano para poder alistarme y llegar temprano al Coliseo donde se realizará la presentación de los bailes de los alumnos.

- Bill, ¿eres tú? - salió mi madre de su habitación, por los constantes ruidos que hacía en la casa.

- Si... mamá irán a la presentación de hoy ¿verdad? – me acerque a ella.

- No lo sé Bill puede que se presente algo de último minuto - me respondió.

- Bueno entonces... quizás los espere allí - le digo.

- ¿Ya te vas a ir? ¿Tomaste desayuno? - me pregunta mi papá, saliendo de su dormitorio.

- Si ya voy saliendo - tome mi bolsa con la vestimenta y todo lo necesario dentro.

Al bajar del buss, que tome para llegar al Coliseo me encontré con La gran mayoria de mis compañeros, sin embargo; no encontré a Thomas por ningún lado.

Habían pasado quince largos minutos en los que esperaba su llegada y nada hasta que me percate de la llegada de un carro negro, de donde salió una señora de porte fino junto con una niña no más diez años de edad, era rubia, de tez blanca, ojos almendra, y un poco agarradita de cuerpo. Seguidamente bajo un hombre con lentes negros, de tamaño alto y un poco calvo, llevaba un polo azul con rayas blancas, junto con jeans azules y zapatillas negras.

Por último, salió Thomas al final como siempre con sus rastras en una cola.

El profesor Elme nos llamó para reunirnos con el para ver la presentación de los otros grupos a presentarse. Después de la presentación de dos grupos fuimos a los bastidores para cambiarnos y alistarnos. Al terminar de vestirme me fui al espejo a arreglarme el cabello en un moño; mi cabello era no tan largo pero debía arreglarlo para el baile, al salir del baño me dirigía al auditorio principal cuando noté que Thomas tenía problemas con su vestimenta.

- ¿Te ayudo en algo? – me acerque a su lado.

- Si, por favor - me pide, en tono confidencial volteándose para mostrarme el problema.

Después de salir de los bastidores nos dirigimos la sala donde escuchamos risas por los pasillos. - Gracias Bill - me agradece con una cálida sonrisa - no es que sea inoportuno, pero se me está bajando la falda – me volvió a mostrar el mismo problema.

- jajajajajaja... - no pude aguantarme la risa por su comentario. - tranquilo apenas llegamos te acomodo – le serene y tome la parte de la falda de atrás que se volvió a soltar. Al llegar a los asientos sacó mis imperdibles que lleve por casos como este.

- Ok... por favor – le señale - levanta la blusa - tome dos alfileres para ayudarle. Al término de diez minutos ya estaba listo y me asegure que no se soltara después. -Ahora si no se te soltara - apenas terminar de decirlo Thomas empezó a jalarse la ropa para luego dar vueltas en su lugar.

Poco después entablamos una plática sobre el básquet, que en realidad el sólo hablaba y yo escuchaba pues yo no sabía nada de deportes en general. Y sin pensar me di cuenta que antes de haberlo conocido me sentía tan sólo, con un vacío en el pecho, me sentía tan sólo un humano sin emociones ni sentimientos, sin una razón por el que seguir yendo a la escuela, a ser odiado para mis profesores como también para mis compañeros.

En Thomas vi a un chico, vi más allá de su físico, vi su cálida sonrisa, su mirada compasiva, un resplandor alrededor de él. Me di cuenta que mientras más le miraba más me fascinaba el brillo de sus ojos, me gustaba el movimiento de sus labios.

- Hey Bill, ¿estás bien? - sentí su mano en mi hombro izquierdo.

- Eh si... si estoy bien - respondí un poco fuera de mí.

El inicio de mi fin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora