No sabían que hacer, no tenían muchas opciones.
Hasta que ocurrió lo siguienteAmanda: Cynthia...
Cynthia: ¿Si?-preguntó
Amanda guardó frío silencio, agarró su arma y con la cuchilla se cortó de forma poco profunda en el brazo mientras pronunció un quejido de dolor. Cynthia se quedó atónita, no entendía lo que sucedía.
Cynthia: ¡A-Amanda! - Tartamudeo con preocupación al ver el acto de su hermana y la sangre brotando de su brazo.
Amanda, que por el dolor de su piel al ser cortada por su cuchillo, la dejó caer.
Amanda: N-necesitamos hacer-- No terminó la oración, seguido de su palabra cortada cayó de rodillas y empezó a golpear su cabeza y puños contra el suelo; la cabeza de forma suave para simplemente lastimar poco su frente, a comparación de sus nudillos, los cuales su piel separó gracias al áspero suelo con piedras que había en aquel bosque.
Cynthia: ¡A-Amanda! ¡P-Para! - Dijo mientras intentaba hacer que parase.
Amanda: T-Tenemos que volver... -murmuró
Cynthia: ¿Que?...
Amanda: ¡TENEMOS QUE VOLVER! -Gritó en desesperación
Cynthia: ¿¡P-pero cómo?! ¡Nos atraparán!
Amanda:... Haz lo mismo que yo.- Dijo, seguido de eso, se revolcó en el suelo de tierra, y así hizo su hermana.
Así siguieron, ensuciaron y desgastaron tanto sus ropas como sus cabellos.
Amanda empezó a autoflagelarse de forma leve, solo puñetazos; a comparación de Cynthia que no necesitaba de mucho, solo quitarse sus vendajes.Se quedaron a dormir en aquel solitario bosque después de eso. Aquella casa del chico era una solitaria, no habían casas al rededor, nadie llamaría a los bomberos si no es por el fuego que se muestre desde una casa a la distancia.
Eran al rededor de las 4:00 a.m, aún seguía siendo oscuro y el padre de las niñas había llegado a casa, que sorpresa para él el no ver a su esposa en su habitación ni a las niñas en las suyas, lo más extraño de lo que se percató fue la falta de sabanas y almohadas en la cama de su amada. Aquel padre, aún estando cansado, fue buscando por toda su casa a su esposa, pero más importante, a sus hijas. Pobre de aquel hombre al no encontrar a ninguna de las nombradas anteriormente.
Ya en desesperación, optó por llamar a la policía y buscar a sus hijas, y a su esposa, aunque su desesperación era mas por sus queridas hijitas, que casi nunca veía pero amaba con todo su corazón y alma.La búsqueda fue profunda, buscaron pistas, buscaron de todo por 3 horas, y nada. No encontraron rastros.
Eran las 7:30 a.m.
Las niñas despertaron, estaban débiles, no habían comido, habían corrido mucho y tenían golpes en las piernas, no solo los de la noche anterior, también los que les había provocado la madrastra.
Con las pocas fuerzas, fueron como pudieron a su casa, aunque no todo salió como esperaban.
ESTÁS LEYENDO
La cárcel de la locura
RastgeleAquí escribiré todo lo que quiera, cada vez que me sienta enojada me expresaré en esta historia, si eres sensible sería mejor que te alejaras. Este libro lo escribí a los 12 años, irá mejorando a medida de que pase el tiempo.