Capitulo III

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Cuando volví a casa, mis padres estaban furiosos conmigo, era comprensible, pues me desaparecí toda una noche y sin saber nada de mí debieron preocuparse mucho.

También tuve que pedirles disculpa a los policías, si, habían llamado a la policía, no me hubiese querido imaginar que habría pasado de encontrarme en un basurero hablando sola, no les conté nada de lo ocurrido, solo acepte el castigo y prometí no volverlo hacer.

A la siguiente mañana, estaba decidida a volver al lugar como prometí, pero mis padres me prohibieron salir, amenos sin ellos. Me sentí triste al instante, porque ese día me quede haciendo tareas en casa sin descanso como castigo, casi toda una tarde estudiando y limpiando, las horas eran eternas y me sentía aburrida e ansiosa, quería volver a hablar con Ragga.

Así que pensé en un plan para ir a verlo sin que mis padres supieran, ellos siempre se quedaban dormidos entre las siete y las ocho, era el mejor momento para tomar las llaves y salir de casa. Y así fue.

Cuando comenzó a oscurecer mis padres cayeron en un profundo sueño, más temprano de lo normal, estarían cansados de tanto estrés, no quería meterme en problemas de nuevo, pensaba volver a menos de las once de la noche.

Tome mi abrigo, mi cuaderno, un bolígrafo y una linterna de la cocina, solo me faltaba una cosa. Salí de mi habitación silenciosamente, sin provocar el más mínimo ruido, pisaba de cuclillas mientras entraba al cuarto.

Me acerque a una pequeña mesa de roble, que se encontraba justamente a lado de la cama donde dormían mis padres, las llaves estaban ahí. Empecé abrir con mucho cuidado la gaveta, lenta y cuidadosamente, las bisagras chillaban un poco, pero no era tan fuerte como para despertarlos, empecé a buscar entre las cosas que yacían ahí.

Hasta que por fin las encontré, las tome y las levante con cuidado, no podía dejar escapar ni el más mínimo ruido, hasta que logre sacarlas. Pero de repente, la gaveta fue cerrada de golpe por el brazo de mi padre, caí de espaldas al suelo y cerré los ojos, tomando las llaves fuertemente para que no sonaran.

Al volver abrirlos, estaba cara a cara con mi padre, seguía dormido, no abrió los ojos al cerrarla, seguramente solo fue un reflejo, en serio me dio un gran susto, respire profundo y me encamine de cuclillas de nuevo hacia la salida.

Empecé a correr lo más rápido que pude por las ya vacías calles de la ciudad, el cielo nocturno era claro y había luna llena, era enorme y preciosa, se podían escuchar a los grillos y algunos sapos por donde pasaba.

Era un tanto tenebroso, pero ya no sentía miedo, solo seguí corriendo aún más rápido, pues quería llegar a toda costa.

Volví a la calle donde me había perdido, seguía igual, solitaria y lúgubre, sin una sola alma a la vista, parece que esa zona no era muy visitada, seguramente por el olor putrefacto que emanaba del basurero.

Al llegar a la entrada, empecé a abrirme paso entre la chatarra, buscando el almacén por el que había antes entrado.

Reconocí el lugar inmediatamente, pero note algo extraño, la puerta estaba como nueva, ¿no se había caído? le di poca importancia al asunto y volví abrirla para entrar.

Estaba tan oscuro como recordaba, el techo seguía destruido y la tenue luz de luna seguía hay, era como si volviera en el tiempo, solo que la puerta esta vez...

Volvió a desprenderse, iba caer sobre mi cabeza, antes de recibir el fuerte golpe, me tire de pecho al suelo y me cubrí.

Pero no me sucedió nada (¿no se cayó?) deje de cubrirme y mire hacia arriba y lo que observe me dejo muda, un enorme brazo grisáceo y decrepito detenía la puerta.

—Había terminado de componerla, que fastidio.

La voz de Ragga resonó por todo el almacén, sonaba disgustado, como si algo le hubiese molestado.

Entonces arremetió con furia un golpe en la puerta, aboyándola y mandándola a volar con, el resto de la basura.

—Disculpa, volví a dañar tu entrada —Le dije en tono de arrepentimiento.

No respondió, retajo su brazo devolviéndolo a la oscuridad.

Se sentía un silencio incomodo en el lugar, hasta que...

—Así que regresaste, parece que la promesa acordada se ha cumplido.

Me dijo con elocuencia, volví apreciar sus hipnóticos y grandes ojos, sentía que esos ojos me llamaban y los cuales me guardaban un gran secreto, que debía saber a toda costa.

—Bueno, ¿seguimos donde nos quedamos? —Dije sacando mi linterna.

—A que te refieres, yo nunca me he movido de este lugar —Respondió.

¿Se estaba burlando de mí? no entendía muy bien cómo funcionaba la mente de Ragga, era un tanto irritante, así que lo mejor era seguirle la corriente, así que saque mi linterna y la encendí para verlo.

RaggaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora