Capitulo VIII

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Las luces de la calle se comenzaron apagar dejándonos así en la completa oscuridad de esa fría noche, la única luz que quedaba era el rayo de luna que atravesaba el destrozado techo. Ragga se había quedado en completo silencio y solo me observaba fijamente, permanecí tranquila mientras terminaba de escribir lo que me contó.

—Violet te formulare una pregunta —Se comenzó acercar por mi lado derecho.

Nunca había escuchado sus pisadas antes, eras fuertes y pesadas, hacían que en suelo retumbara lo suficiente como para levantarme unos centímetros del suelo, claro que eso no fue lo más desconcertante, al mismo tiempo que retumbaba el suelo, se escuchaba un sonido parecido al que hace el metal cuando lo arrastras, siempre pensé que no tenía piernas y se desplazaba en la oscuridad en silencio. Me mantuve mirando sus ojos perdidamente mientras se acercaba.

—Pregunte lo que quiera —Respondí.

Se colocó justo detrás de mí y poso sus brazos en el suelo apoyándose en sus codos, tenía miedo de voltear, pero pude observar sus decrépitos brazos, uno a cada lado de mi cuerpo sin tocarme, eran enormes y gruesos de un color gris fuerte, maltratados con rasguños y cicatrices por donde se mirara, lo aterrador era que en cada uno habían tres hileras de espinas relucientes y afiladas que parecían salir de los mismos.

—Sabes, siempre me había considerado un ser prudente —Su caliente respiración rosaba mi nuca y me causaba constantes escalofríos —, así que dime ¿qué sucede cuando una persona prudente cae queda atrapada entre las redes de la codicia y la desesperación hacia alguien o algo?

Se me erizo la piel al instante, no sabía que responder con exactitud y lo único que se me ocurrió en ese momento fue girarme con los ojos cerrados y responder con absoluta sinceridad.

Al abrirlos me encontré cara a cara con Ragga, tenía impregnado en su rostro una sonrisa que exponía de arriba abajo unos afilados y enormes dientes, la oscuridad no me dejaba apreciar el resto de su rostro, pero aunque lo hubiera visto, no me habría podido distraer de sus ojos, esos que me atraparon en ese lugar desde la noche en que los vi.

—No, no lo sé —Respondí.

—Respuesta simple... esa persona se vuelve impetuosa querida Violet.

Luego de su pésima experiencia y largo camino, Ragga llega a la posada devastado tanto física como mentalmente, luego de bajarse del auto se percató que Lisa se encontraba sentada en la entrada tomándose un café. Respiro profundamente y se acercó a ella.

Tomaba su café de lo más tranquila y eso lo irritaba, no tenía ni idea de lo que había pasado, luego ella dio un par de palmadas al suelo de piedra pulida donde se encontraba sentada, con la expresión seria y mirada fría, se acercó y sentó a su lado, no expreso en ningún momento la rabia y furia que sentía por dentro, nunca descargaría su molestia con una mujer y mucho menos con ella.

— ¿Esta todo en orden Roderick? —Le pregunto. Mientras sonriendo, le acercaba una taza de café —. Es sin azúcar y está caliente.

—Sí, muchas gracias —Respondió. Tomando la taza con la mano izquierda y cubriéndose la derecha con la chaqueta — ¿Hiciste algún avance en la investigación?

—Ya está completa —Dijo. Con los ojos cerrados tomando un sorbo de su café.

— ¡Enserio! —Sorprendido. Sorbe de más el café — ¡Maldición me queme!

—Te dije-que lo tendría listo... antes del evento —Se veía cansada, llevaba un día entero sin dormir —creo que ahora... terminar... pruebas.

Lisa cabeceó de cansancio y luego cayo dormida sobre el hombro de Ragga, el solo se tomaba su café, tratando de aguantar el ardor de su herida. Una pequeña gota de sangre se deslizo lentamente por su brazo hasta llegar al suelo, al verla recordó el día que huyo de casa, era como si ese agrio momento volviera a repetirse.

RaggaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora